Para la mayoría se acaban las vacaciones, aunque a muchos todavía nos queden días libres para asistir a los toros. Es curioso observar cómo en Monroy las fiestas de los toros no están bajo la advocación de santo, santa, o de algún Cristo, en la mayoría de los pueblos de Extremadura, por estas fechas la fiestas se celebran en honor, he dicho antes, de algún Cristo, y no sé si he dicho bien, y peco de irreverente porque por lo que yo aprendí Cristo solamente hay uno, pero claro está a uno le descoloca el que se nombre a tantos:
Cristo de la Victoria, Cristo Bendito, Cristo de la Buena Muerte, Cristo Negro, Cristo de los faroles, Cristo de la Luz, Cristo de Velázquez, por cierto precioso cuadro, Cristo de Dali... Yo estoy más en estos casos con el gran poeta, Antonio Machado:
Oh no eres tu mi cantar
no puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar.
Lo mismo ocurre con las vírgenes, bueno con éstas mucho más, hay casi tantas vírgenes como pueblos hay en España, aunque la única Virgen entera y verdadera, y más en estos tiempos que corren, es y ha sido siempre la Virgen Maria.
Bromas aparte, es la primera vez después de cuarenta y dos años que he estado en Monroy el día de Santa Ana, y aunque hace tiempo que perdí la fe, la fe religiosa quiero decir, porque la fe en el género humano, confío en no perderla nunca, bueno pues a pesar de mi agnóstica visión, no pude evitar emocionarme al escuchar el himno de Santa Ana:
Monroy te saluda
como a su madre
y tu nombre repiten (o bendicen?)
montes y valles
Mientras se celebraba la novena, me quedé en la puerta, no llegué a pasar dentro de la iglesia, hasta allí llegaban las voces melodiosas de las mujeres, siempre me pareció que las mujeres de Monroy que cantan en la iglesia lo hacen muy bien, me acordé de mi madre, y de todas las mujeres de su generación, esa generación de abnegadas y entregadas mujeres, que hacían de la escasez virtud, esas mujeres que olían tan bien, a Myrurgia mezclada con agua bendita, que llevaban el velo en la cabeza y el misal en la mano, y en verano tenían que ponerse los mangos, porque las mujeres no podían entrar en la iglesia con manga corta, para los hombres no existía este impedimento.
Las canciones de iglesia que escuché en mi infancia, siempre me emocionan grandemente, ocurrió igual la primera vez que asistí a una procesión de Semana Santa después de un montón de años fuera, y que decir de la emoción tan especial que me embarga el día de las Candelas y sus Purificás, me queda pendiente todavía volver a oír los villancicos por Navidad en la Misa del gallo.
El olor a incienso y a “Myrurgia”
me transportan a mi infancia
cuando en latín era la liturgia
y el cura nos daba la espalda
Serena emoción, sublime canto,
sencillos, mágicos momentos,
de puro canto sin instrumentos
y sentimientos de puro encanto
El velo, los mangos, el misal
reminiscencias de otrora,
tiempos con otros talantes
que nos hacen reflexionar
¿No era catolicismo antes
como el islamismo ahora?
Oh no eres tu mi cantar
no puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar.
Lo mismo ocurre con las vírgenes, bueno con éstas mucho más, hay casi tantas vírgenes como pueblos hay en España, aunque la única Virgen entera y verdadera, y más en estos tiempos que corren, es y ha sido siempre la Virgen Maria.
Bromas aparte, es la primera vez después de cuarenta y dos años que he estado en Monroy el día de Santa Ana, y aunque hace tiempo que perdí la fe, la fe religiosa quiero decir, porque la fe en el género humano, confío en no perderla nunca, bueno pues a pesar de mi agnóstica visión, no pude evitar emocionarme al escuchar el himno de Santa Ana:
Monroy te saluda
como a su madre
y tu nombre repiten (o bendicen?)
montes y valles
Mientras se celebraba la novena, me quedé en la puerta, no llegué a pasar dentro de la iglesia, hasta allí llegaban las voces melodiosas de las mujeres, siempre me pareció que las mujeres de Monroy que cantan en la iglesia lo hacen muy bien, me acordé de mi madre, y de todas las mujeres de su generación, esa generación de abnegadas y entregadas mujeres, que hacían de la escasez virtud, esas mujeres que olían tan bien, a Myrurgia mezclada con agua bendita, que llevaban el velo en la cabeza y el misal en la mano, y en verano tenían que ponerse los mangos, porque las mujeres no podían entrar en la iglesia con manga corta, para los hombres no existía este impedimento.
Las canciones de iglesia que escuché en mi infancia, siempre me emocionan grandemente, ocurrió igual la primera vez que asistí a una procesión de Semana Santa después de un montón de años fuera, y que decir de la emoción tan especial que me embarga el día de las Candelas y sus Purificás, me queda pendiente todavía volver a oír los villancicos por Navidad en la Misa del gallo.
El olor a incienso y a “Myrurgia”
me transportan a mi infancia
cuando en latín era la liturgia
y el cura nos daba la espalda
Serena emoción, sublime canto,
sencillos, mágicos momentos,
de puro canto sin instrumentos
y sentimientos de puro encanto
El velo, los mangos, el misal
reminiscencias de otrora,
tiempos con otros talantes
que nos hacen reflexionar
¿No era catolicismo antes
como el islamismo ahora?
Piezarza
4 comentarios:
Bonitas palabras y bonios versos para los que ahora estan despertan-
do de las vacaciones a la realidad
diaria. Con tu recuerdo al velo,D.
Avilio y a Mynurgia,parece que me has dejado en la oficina aromas a
Heno de Pravia.
Pero volvamos a la realidad.
Te tengo preparado varias noticias
asi como la revista de las fiestas de Septiembre,pero no puedo mandar-
las,la computadora vieja ya se estropeó de todo, muy bueno salio
vuestro regalo que su trajin tuvo,
en ese equipo estaba almacenada todas las direciones y de momento
no podemos recuperarlas,mandame tus datos,tlfn,mail y otros hasta que podamos recuperarlo o rehacer
el archivo. Esto va tambien para
todos nuestros asociados,les ruego
nos manden un correo con direccion,
CP,tlfn,etc,
Saludos Juanvi
ESTAMOS LLEGANDO A 2009 PREPARARSE
tengo curiosidad por saber que tendremos en monroy en el 2009 para ir preparandome
Hola Andres
Tu relato es fiel reflejo del Monroy de los años 50 que yo conocí; pues su descripción y personajes me resultan familiares, tales como tus tío Isaac y María, en cuyo ultramarino mi familia realizaba las compra. También me ha servido para recordar “Las Cábilas” (no me acordaba de su nombre), ese humilde pero popular barrio que estaba a la entrada del pueblo; en él pernocté algunas noches, pues aunque generalmente nos quedábamos con nuestros paisanos Miguel y Matilde, junto al castillo, también lo hice donde unos amigos aproximadamente de mi edad (creo se llamaban Constantino y Teodoro), que conocía de trabajar en padre en la finca.
En Piezarza, también estuve en alguna ocasión pues además de estar cerca de donde residíamos, estaba próxima al camino que nos llevaba a Cáceres.
Un saludo
Sixto
Hola Sixto, gracias por leerme, en su día te mandé un correo, que al serme devuelto, publiqué su contenido en este blog, concretamente en la entrada de fecha 6 de mayo de 2006, titulada: El molino del Tio Aquilino
Te remito a ella por si no la hubieses visto.
Saludos muy cordiales
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