sábado, 6 de mayo de 2006

Molino del Tío Aquilino


Rio Almonte y sus molinos
en piedras tan generoso
de aguas con remolinos
muy altivo, algo misterioso

Tan gallardo y sempiterno
tan fragoso y tan soberano
tan diferente en invierno
tan distinto en el verano

Puro e incontaminado río
la nutria sigue en tu lecho
que no decaiga tu albedrío
no abdiques de tus derechos

Alguien quiere poner
a tus aguas freno
ser navegable no quieres
que te dejen ser como eres
libre, indomable, pleno.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Oficios singulares, los molineros.
El molinero era un simpático personaje; en la época invernal o en primavera, tras poner a punto su molino, dedicaba muchas horas a triturar los cereales que entonces se cosechaban por esta zona. Aprovechaba la fuerza del agua del simbólico Almonte, para mover mediante curiosos engranajes, poleas etc., la rueda o piedra que convertía el grano en harina y servía para hacer pan o de pienso para el ganado.
Al molino por los años 50, acudíamos personas de todas las edades y condiciones sociales, tanto de Monroy, como de las fincas del entorno. Mientras esperábamos turno para moler, se organizaban amenas tertulias, siempre acompañadas por el agradable ruido que producía cuando estaba en funcionamiento. En definitiva, era un lugar emblemático tanto por su ubicación como por el servicio que prestaba.
Sus molineros, los “tíos Aquilino y Encinas”, unos artistas, pues además de la excelente harina que elaboraban, con su pequeña barca de remos, nos cruzaban el río en las épocas de grandes crecidas a los que residíamos en la orilla opuesta.
Aunque ahora con la tecnología, puede que el molino parezca un edificio anticuado o en desuso, no debemos olvidar cuanto significó y la utilidad que tuvo en su día, sólo por ello se deberían rehabilitar para convertirlo en museo que puedan ser admirados por generaciones venideras, pues son reflejo de una época ya lejana de nuestra historia.
Aunque con cierta nostalgia, me alegra ver la fotografía del molino, así como leer la bonita poesía que le dedica tanto a él como a su río; por último, también estoy en desacuerdo con la construcción del embalse, sería una barbaridad ubicarlo en ese entorno.

Andrés Gómez Ciriaco dijo...

Sixto, veo que eres de La Cumbre, precisamente el día que tomé ésta fotografía del molino de tío Aquilino, venía Matilde y su marido, Antonio Floriano con nosotros,somos muy amigos.

Anónimo dijo...

En efecto soy de La Cumbre, pero hace muchos años que salí de allí y sólo voy alguna que otra vez en verano.
A Matilde, toda mi familia la tenemos mucho afecto, pues era en su casa donde nos quedábamos durante los años que residimos en Las Trinidades; con sus padres Miguel y Matilde, formaba una familia encantadora. Antonio su marido, creo recordar haberlo saludado un verano en La Cumbre, ya hace años, cuando los vuelvas a ver los trasmite mi saludo.
Aunque voy con frecuencia a nuestra tierra, pues estoy casado en El Bronco, ya hace años que no piso Monroy, cosa que es imperdonable, así que este verano tengo proyectado acercarme por ahí, si puedo con mi hermana Quica, que es tres años mayor y recuerda todo lo referente a Monroy, y sus gentes.
En una foto del puente, he visto como todavía quedan algunas de las “pasaeras”, que tantos recuerdos me traen, así que deduzco que lo han hecho sobre el vado, del camino de Cáceres. que entonces estaba empedrado. Dejaré allí el coche y recorreré los riberos, como en mi niñez cuando pescaba o buscaba nidos.
La foto del molino extraordinaria, reconozco hasta las piedras de su alrededor y el paisaje del entorno precioso, no creo que se atrevan a anegarlo con el pantano.
Un saludo

Andrés Gómez Ciriaco dijo...

Hola Sixto, que nombres más bonitos de fincas, Trinidades, Piezarza, de aquí viene el apodo de mi padre: Pitacha
Muchas gracias, por ese bonito relato sobre los molineros, ya he visto que lo has dejado también en monroyegos.blogspot.com. Que tiempos aquellos, yo no llegué a conocer el funcionamiento de los molinos, pero si conocí a Tío Aquilino, recuerdo que siempre llevaba una gorra puesta. Sobre las tertulias que comentas, debían ser muy parecidas, a las que yo recuerdo en la fragua, cuando iba a aguzar los formones, a mi me tocaba hacer de soplador, con aquellos grandes fuelles que avivaban el fuego de la fragua y mientras, los mayores hacían sonar sus martillos al ritmo que les marcaba el herrero, yo sopla que sopla, porque los demás intervenían en el aguzado de mis formones, y en justa correspondencia yo tenia que avivar el fuego para los suyos. Trabajos en equipo, como el de la matanza, donde se ponían de acuerdo las familias para matar en días distintos, y así poder ayudarse los unos a los otros. Tiempos sin duda duros, pero muchos más solidarios que estos, y vistos desde la óptica de un niño, resultan mágicos.
Por supuesto hay que abogar por la rehabilitación de los molinos, y decir no al Pantano,Seguro que lo pueden hacer en otro sitio más idóneo
Repito muchas gracias por tu intervención, se nota que eres una persona muy sensible.
Recibe un cordial saludo

Andrés Gómez Ciriaco

(Este texto te lo envié en un correo el pasado lunes 22 de mayo y ha sido devuelto por eso lo incluyo aqui)