martes, 24 de octubre de 2006

LA LETRA CON SANGRE NO ENTRA













Fotografía facilitada por José Ignacio Camarero, en la que reconozco a Don Abilio con bonete y a su derecha a la Señorita Paca, los niños de comunión no los identifico, el niño podría ser Ramón García Jiménez?


A la escuela nacional fui en el año que cumplía los seis, aunque, como los cumplo en diciembre cuando comenzó el curso tenia cinco años. El curso empezaba cuando se acababan los toros y estos siempre empezaban el día 16 de septiembre y acaban el día veinte, con la merendilla.
Mi primer maestro fue Don Manuel, era de Talaván, los recuerdos de esta época son pocos y difusos, recuerdo eso si, que era manco, aunque no sabría precisar de que mano, creo que era bien parecido, estuve un curso con él, de septiembre de 1955 a Junio de 1956, contaba mi madre que D, Manuel decía que yo era un poco vago, a mí la sensación que me quedó de este curso es de que no sabia muy bien por donde iban los tiros, vamos que no me enteraba de nada.

El 14 de agosto de 1956 nació mi hermano Vicente, ese día perdí la hegemonía, había dejado de ser el único chico entre cuatro chicas, y para no estar cuando llegase la cigüeña, entonces nos traía la cigüeña, nos habían llevado a dormir en casa de Tía Matilde, que era muy amiga de mi madre, siempre se llevaron muy bien, Matilde era una mujer muy afable, muy buena persona, las dos amigas tenían el mismos número de hijos y casi con las mismas edades, en aquel momento nosotros éramos Puri, Mena, Paqui, Yo, Milagros y Vicente que acababa de nacer, y los de tía Matilde eran: Isabel, Loli, Lilia, Esperanci, Jose Manuel y Mati, bueno,Esperanci era Mati y Mati era Esperanci, era una cosa muy normal en el pueblo que hubiese hermanos con los nombres cambiados, no se por qué, pero solían poner un nombre en el juzgado y otro distinto al bautizarlos, normalmente se empleaba el nombre de bautismo, el problema venía cuando se tenia que hacer algo oficial, como en el caso de Esperanci, cuando se fue a matricular para hacer el ingreso de Bachillerato nos enteramos que se llamaba Matilde y por ende su hermana se llamaba Esperanza, aunque para nosotros siempre se han llamado como estaban en el bautismo. Esto mismo ocurrió con mi padre que se llamaba Vicente en lugar de Andrés y yo me enteré cuando nos fuimos a Rentería cuando le dieron de alta en la Seguridad Social, toda la vida como Andrés y resulta que oficialmente se llamaba Vicente, en mi pueblo en el libro de familia yo creo que lo arreglaron y pusieron Vicente Andrés, pero es que había tenido un hermano que se llamaba Vicente, ya digo que de estos casos hubo muchos en mi pueblo.

Ese día que nació mi hermano Vicente, había ido a llevar a los guarros, pero no era la dehesa que era al sitio habitual donde solíamos llevarlos, mi recuerdo se sitúa concretamente en la confluencia de la callejas de Serradilla con la carretera, creo que debían llevarse a la rastrojera. Recuerdo que me había hecho un San Antonio que se me había infestado, un San Antonio en nuestro argot, consistía en frotarse un dedo, normalmente era el dedo corazón de la mano derecha, hasta quedarse sin piel, esta tontería no sé muy bien porqué la hacíamos además de ser doloroso corríamos el riego de que se nos infectara la herida, pues las condiciones higiénicas de esa época no eran las mas propicias para tener heridas.

Aquel fue el primer año que fui a Valdefuentes a pasar el verano con mis padrinos Diego y Ana, creo que también vino mi hermana Mena. Mi padrino era vinatero y además tenia una huerta, la primera película de la que tengo algún recuerdo la ví en Valdefuentes, no recuerdo su título lo que si recuerdo es que cantaban la canción Amor que viene cantando, que creo que es de Pepe Blanco.

En Valdefuentes se celebraba en el mes de agosto feria de ganado a la que acudían a vender y comprar ganado, todos los pueblos de alrededor, de Monroy, aunque, dista sesenta kilómetros, también iban, estaba oscureciendo y llegaron Moriles y su primo Reyes de Sol, (q.e.p.d) yo me acerqué a ellos mientras se lavaban en unos cubos de agua que les había facilitado mi padrino, y esperaba que me dijeran algo, pues a mí mi timidez proverbial me impedía decirles nada, siempre he sido un gran tímido, casi enfermizo, Moriles dijo: ¡Coño como se parece este niño a Pitachina! ¡Anda cómo no me voy a parecer si soy yo!

Al año siguiente el maestro que me tocó en suerte, en mala suerte, fue Don Santiago, era natural de El Casar de Cáceres, de este recuerdo algunas cosas más que del curso anterior, aunque casi todas malas,.Tenia la cara que parecía un boxeador, era joven, y pegaba mucho, demasiado. Con este maestro nos tocó dar la tabla de multiplicar, maldita la hora, le cogí tanto miedo, que muchas tardes, no asistía a clase y me escondía detrás de las escuelas hasta que estas terminaban, aún a sabiendas que mi madre se iba a enterar de todas maneras, no aguantaba que me pegasen, pero era peor aún que me castigasen. El castigo consistía en tenerte de rodillas durante la duración de la clase, con los brazos en cruz y con un libro en cada mano, si se te caía el libro, tenias que poner la mano para que te diesen con la regla, ¡tenías que poner la mano y mantenerla sin rechistar para que te pegasen! Si apartabas la mano, cosa de lo mas natural por instintiva, el castigo se multiplicaba por el doble. Lo malo era que al final no sabía porque me pegaban, no era consciente de merecer el castigo, si al menos hubiera sabido el porqué de los golpes y castigos, al menos hubiera intentado rectificar, yo sólo sabia que todas las tardes cobraría.

Afortunadamente, una tarde el castigo fue tan grande y mi llanto tan fuerte, que alcanzó a oírlo Don Juan Soria, que estaba dos clases mas allá, este hizo de mediador, actuó de hombre bueno, como lo que en realidad era, le pidió a D. Santiago que me levantase el castigo, y me hizo prometerle que me aprendería la tabla del nueve, que era al parecer el motivo de las desavenencias entre el maestro y yo, creo que cumplí mi promesa y las cosas cambiaron un poco, al menos D. Santiago llegó a decir públicamente, que cuando quería era muy aplicado, esto me lo han dicho muchas veces a lo largo de mi aprendizaje por esta vida, que cuando quiero y me lo propongo consigo metas importantes, naturalmente que esto es así para todo, las cosas se consiguen con un diez por ciento de talento y con un noventa por ciento de esfuerzo, pero no es menos cierto que para que esto se cumpla uno tiene que estar motivado, tiene que crearse el clima idóneo y ahí es donde es fundamental la labor del un buen maestro, en crear ese clima donde no haya temor, aunque si respeto, y el alumno se sienta estimulado para el aprendizaje.

Mi primera comunión fue en Mayo de 1957, el único regalo que recuerdo de este día, fue un bolígrafo Bic, de tinta negra y color naranja, fue mi primer bolígrafo y creo que también el primero de toda la clase, entonces no nos dejaban escribir con bolígrafo, porque acostumbrados como estábamos a escribir con pluma, usábamos el bolígrafo como lo hacíamos con la pluma y rompíamos las hojas de los cuadernos de tanto apretar, la pluma no era estilográfica, eso vendría más tarde, sino que era una pluma que se introducía en un palillero y que mojábamos en un tintero de loza blanca, que estaba en el centro del pupitre, la tinta se hacía en clase deshaciendo unas pastillas en agua.

La pluma algunos, los menos, la limpiaban en un trapo que llevaban en el plumier, los más, yo entre ellos, cuando terminábamos de escribir, la secábamos directamente sobre el pelo, por eso, en los días de lluvia era muy normal ver a muchos de nosotros con la cara de color azul , ya que la tinta se desteñía por el efecto de la lluvia a caer sobre nuestras infantiles cabezas.

Los mocos, según las buenas reglas de urbanidad, se debían limpiar sin duda con un pañuelo, con el moquero, como se decía en el pueblo, pero esas reglas era para niños cursis y remilgados, nosotros nos los limpiábamos directamente sobre las mangas de la camisa o del jersey.

Sobre esto de los pañuelos, tengo una anécdota que me hizo mucha gracia, hace ya algunos años, cuando se empezaron a vender los pañuelos en los semáforos, recuerdo que un señor mayor, muy indignado recriminaba en voz alta al vendedor y nos alertaba a los transeúntes.“¡No compren ustedes, es una estafa, no son pañuelos de verdad, son de papel!”.

Hice la primera comunión de blanco, vinieron hasta mis padrinos, el señor Diego y la señora Ana desde Valdefuentes, de los únicos que me acuerdo que hicieron la comunión conmigo son Mauri, (q.e.p.d) y Reyes, que era un chico muy listo que vivía en la cábilas.

Después de comer me fui con algunos chicos a la era a jugar, por supuesto vestido con el traje de primera comunión, entonces era costumbre el día de la comunión recordar o renovar las promesas del bautismo, yo no aparecí a dicha ceremonia, lo que si aparecí más tarde fue con mi traje de primera comunión todo manchado de barro y hierba.

El problema vino después para la foto, no había fotógrafos en el pueblo, y las fotos de la comunión se hacían a la semana siguiente en Javier o Caldera, dos estudios de fotografía, que creo eran los únicos que había en todo Cáceres capital.

En aquella época no había tintorerías en el pueblo, bueno ahora tampoco las hay, pero aunque las había en Cáceres, no se estilaba eso de las tintorerías, las prendas se limpiaban en casa, recuerdo a mi madre, después de los días de fiesta, con el cepillo blanco de la ropa, en un plato un poco de gasolina, y en otro un poco de mistol, y dale que dale a las manchas hasta hacerlas desaparecer de la prenda de vestir. Mi madre intentó limpiar el traje como pudo, primero con el método de la gasolina, pero no dio resultado, luego ya a la desesperada lo lavó y claro está, éste encogió.


A mi madre todavía le cabía la esperanza de que en el estudio de Caldera, retocaran la foto y consiguieran que no se notaran las arrugas, pero los milagros no existían, tampoco existía el PHOTO-SHOP, lo cierto es que cuando me sacaron la foto de primera comunión, el traje estaba igual de arrugado y de corto que en la realidad. Esto no lo podía consentir de ninguna manera mi madre, su niño tenía que tener una foto de la primera comunión como Dios manda, y ¿qué creéis que hizo?, pues encargó que me pintasen, bueno en realidad, lo que hicieron es que sobre la foto que era en blanco y negro, la retocaron pintándola de color, recuerdo a un señor tomando nota sobre mis rasgos y apuntando,”ojos y pelo castaño, traje blanco con charreteras doradas”, de esto da fe la foto-pintura o pintura- foto, pues la . la tengo en la cabecera de la cama en mi casa de Monroy, al otro lado está la de mi mujer, Maribel, que aunque es madrileña, su foto es en blanco y negro, y sin embargo, la mía, aunque soy de pueblo, es en color.

El curso siguiente, 1957/58, afortunadamente fue mi maestro Don Juan Soria, las cosas cambiaron totalmente, este no pegaba, bueno una vez si me dio una gran paliza, pero ahora con la perspectiva del tiempo, no lo considero grave, sobre todo, si pongo en la balanza todas las cosas buenas que hizo este buen hombre, gran maestro, mejor profesor, por mi, no exagero si digo que gran parte de lo que soy, se lo debo al bueno de Don Juan Soria Pérez (q.e.p.d)

De esta época están mucho más próximos los recuerdos en mi mente, me acuerdo sobre todo, de la leche en polvo y el queso americano, que nos daban, lo único que dejó el Plan Marshall en España, la leche nos la daban al salir a las once al recreo, tía Rufina, era la mujer encargada de convertir en leche aquellos polvos, los desleía en agua, y si esta no estaba muy caliente, que era casi siempre, se formaban grumos.

El queso lo daban por la tarde, estaba envasado en unas latas cilíndricas, que pesaban más o menos dos kilos, eran amarillas y el queso era más amarillo todavía, casi naranja, recuerdo, a Don Juan repartiendo el queso, para cortarlo se había aprovisionado de un artilugio consistente en un alambre en forma de circunferencia, metida en un palo al modo de asa, al que previamente habían hecho un agujero, longitudinal, para introducir el alambre, como el queso era blando, de una sola pasada cortaba el queso haciendo un círculo no muy grueso y luego las porciones las cortaba con un cuchillo.

A mi que nunca me ha gustado el queso, lo cogía con mucho asco y lo llevaba a mi casa, hasta que un día nos obligaron a comerlo en clase, en mi vida lo he pasado peor, menos mal que nos dejaron salir enseguida y pude devolverlo en la calle.

Por la mañana al entrar en clase cantábamos, puestos en pie y con el brazo derecho en alto, el Cara al Sol, otras veces cantábamos, Montañas Nevadas, o Augusta Reina, he intentado recordar las letras, sólo recuerdo algunas estrofas, pero gracias a la magia de Google, ahí van completas:

Cara al sol con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.



Formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están presentes en nuestro afán.

Si te dicen que caí,
me fui al puesto que tengo allí

Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz
y traerán prendidas cinco rosas:
las flechas de mi haz.




Volverá a reír la primavera,
que por cielo, tierra y mar se espera.
Arriba escuadras a vencer
que en España empieza a amanecer

España una
España grande
España libre
Arriba España

Lo del ademán está siempre muy presente en todas estas canciones, alguno decíamos “impasible el alemán”.

Es posible que España fuese una, no estoy muy seguro, pero no era grande y muchos menos libre.

Salvador de Madariaga: “Antes de 1936, todos los españoles vivían en España y en libertad. Hoy, (escribía en 1954) unos cuantos de miles viven en libertad desterrados de España, y el resto viven en España, desterrados de la libertad.”

La mirada clara, lejos,
y la frente levantada,
voy por rutas imperiales
caminando hacia Dios.

Quiero levantar mi Patria,
un inmenso afán me empuja,
poesía que promete
exigencia de mi honor.

Montañas nevadas,
banderas al viento,
el alma tranquila.
Yo sabré vencer.
Al cielo se alza
la firme promesa,
hasta las estrellas
que encienden mi fe.


José Antonio es mi guía
y bendice Dios mi esfuerzo;
cinco flechas florecidas
quieren alzarse hacia Dios.
Renovando y construyendo,
forjaré la nueva historia;
de la entraña del pasado
nace mi Revolución.


Las dos últimas estrofas no recuerdo que las cantásemos, Franco no consentía que se hablase de José Antonio sin mencionarle a él, aunque eso si, en todas las escuelas, estaba el crucifijo en el centro, a la derecha de Dios, pues el crucifijo representa al hijo y el hijo es Dios, el retrato de Franco y a la izquierda el retrato de José Antonio.

Augusta Reina de Extremadura, es un himno a la Virgen de Guadalupe, pero no deja de ser igual de imperialista o más que el Cara al Sol y Montañas Nevadas

Augusta Reina de Extremadura,
de tus vasallos oye el clamor,
himno ferviente de su fe pura
que al cielo elevan en tu loor.




Somos los hijos del gran Pizarro,
los hijos somos de Hernán Cortés;
y en nuestro pecho, noble y bizarro,
un alma late que fuego es.




Bajo los pliegues de tu bandera
luchar queremos cruzadas mil;
no el Nuevo Mundo, la tierra entera,
rinda tributo de amor a Ti.
Cruzados somos que la fe guía
de tu hermosura vamos en pos;
mayor belleza que en Ti, María,
hallarse puede tan sólo en Dios.

De hoy más tu gloria nunca
olvidadalos extremeños pregonarán;
de Guadalupe, Madre adorada,
jamás tus hijos te olvidarán
Donde dice “un alma late que fuego es”, yo cantaba entonces “un almanaque que fuego es” de todas formas lo mismo da, son igual de retóricas las dos maneras.
Hoy que criticamos con mucha razón el fundamentalismo de los islamistas, ¿que tenemos que decir de estos versos?

Bajo los pliegues de tu bandera
luchar queremos cruzadas mil;

A propósito de banderas victoriosas, recuerdo que durante mucho tiempo estuvo escrito en la pared con letras rojas, en la parte trasera del castillo, en el paseo de los viejos, que decíamos entonces, la siguiente frase:

“Que al volver banderas victoriosas no tengan nada que reprocharnos”.

Las banderas victoriosas de entonces no les reprocharon nada, pero nosotros los hijos y nietos de esa generación, si tendríamos que reprocharnos, que a estas alturas, muchos de los vencidos que fueron condenados y represaliados sin culpa alguna, sigan siendo ignorados, la ley de la memoria histórica, debe servir no para levantar viejas heridas, sino para reconocerles a ellos y sus familias su sufrimiento.

Andrés Gómez Ciriaco

5 comentarios:

Anónimo dijo...

“Que al volver banderas victoriosas no tengan nada que reprocharnos”.

Esta frase estuvo mucho tiempo en la fachada del tío Lázaro, en la misma plaza, fue una de las primeras pintadas que he visto en mi vida, de pequeño tarde mucho en comprender su significado, luego otras pintadas fueros las de todos los años de los quintos, lo de los graffitis como se puede ver no es nada nuevo.

Anónimo dijo...

felicidades paisano me encanta la historia pero si es de mi pueblo mucho mas leyendo tus cosas por un momento me veo reflejada en tus anecdotasy recuerdos para mi uno de los mas bonitos es cuando mi madre nos lavaba en la cofaina y nos ponia la ropa limpia que lavaba en la amapola el olor de esa ropa es que no olvidare jamas gracias y saludos A S G

Andrés Gómez Ciriaco dijo...

Dedicado a ti A S G, gracias por leerme, saludos.

Quisiera volver ahora,
recobrar aquellos olores
a ropa limpia y soleada
Recibiendo a la aurora,
escuchar los ruiseñores,
al sentir la madrugada.

Fuente de la Amapola
por lavanderas sufridas,
otrora alegre y concurrida,
hoy tan silenciosa y sola

Anónimo dijo...

Andrés,

Espero perdones mi intrusión, pero hoy 23Junio2008 encontré tu interesante página de Internet sobre Monroy.

Aunque nací en Madrid, a los pocos meses me llevaron a Monroy a vivir con mis abuelos Fulgencio y Maria en la Calle del Canal. Yo era Julio Alberto Baños, o "Julito" como me llamaban. Cumplí en Febrero los 57 años y tengo un par de fotos de mi comunión que datan del 24Mayo59

Muchísimas gracias por este viaje al pasado con tus comentarios y anécdotas de las que he disfrutado. Desafortunadamente mis recuerdos de Monroy son borrosos. Me marche creo que cuando tenia unos 8 años y pico. Recuerdo tu segundo apellido y también algunos nombres que mencionas, pero no se quien es quien o si incluso algunos llegaron a ser amigos míos. Me siento fatal sobre esto, pero así es. Muchas veces he pensado sobre el pueblo y cuanto me gustaría recordar cosas de allí y sobre todo a los chicos y chicas con los que tuve relaciones, pero aunque he mirado algunas fotos y he preguntado a familiares, no consigo recordar mucho.
En mis fotos me veo tan pequeño que me excuso de mis pocos recuerdos sobre esa pequeña parte de mi vida. Aunque no muy claros, si tengo algunas pequeñas memorias de ir con algún o algunos amigos en las bicicletas, jugar a las canicas o con los peones (que casi siempre perdería, por eso será que no lo recuerdo muy bien.) También recuerdo algunas otras cosillas, pero son tan vagas que son difíciles de incluso mencionarlas, porque son como sueños sin principios ni fin.

Me imagino que estuvimos en las mismas clases y si recuerdo lo de hacer preguntas y cambiar de puesto. Recuerdo que un par de veces (no mas) pregunte a uno de los mas listos de la clase (seguramente tu) y conseguí el primer puesto, pero no por mucho tiempo.

Durante todos estos años, he visitado el pueblo creo que tres o cuatro veces por muy poquito tiempo y sin conectar con nadie en particular, tan solo con algunos miembros de la familia que todavía viven allí. Mis acogedores y generosos tíos Manolo y Juana que viven en la calle Buitrera.

Llevo casi 30 años viviendo en los EEUU. Esta es otra de las razones por mis pocas visitas al pueblo.

Como he podido ver, tienes una excelente memoria sobre Monroy. Si por alguna razón supieras quien soy, recuerdas algo de mi o conoces a alguien que se acuerde de mi, te apreciaría algo de información sobre mi mismo.
Si puedes tu o cualquiera quien lea este mensaje, por favor, mándame una nota a julitomadrid@yahoo.com

Trate de mandarte esta nota a tu email personal angoci@telefonica.net pero no me lo aceptaba, así es que decidí publicarla en tu Blog.

Un saludo grande de un "casi Monroyego".

Julio Sánchez-Banos

Glo dijo...

Pues conozco a Ramón García, ya le diré que visite el blog para que confirme si la foto es suya. gloiria