Con don Juan Soria las cosas cambiaron radicalmente para bien, enseguida se notó su buen talante, su disposición para la enseñanza, de vez en cuando contaba un chiste y esto hacía de que hubiese un buen ambiente, mucho mejor que el que yo percibía con los maestro anteriores.
Entre los compañeros de este año recuerdo que estaban, Jesús Alias, Manolo Pascual (Manolino), Dionisio Mohedas, Marcelo Sierra, Ángel de la Montaña, Emilio Galea, Eustasio Collazos Simón (q.e.p.d), , Crispín Durán, Andrés Bartula que era de Zamora pero que estaba en casa de sus tía y estuvo todo el curso con nosotros.
Entre los compañeros de este año recuerdo que estaban, Jesús Alias, Manolo Pascual (Manolino), Dionisio Mohedas, Marcelo Sierra, Ángel de la Montaña, Emilio Galea, Eustasio Collazos Simón (q.e.p.d), , Crispín Durán, Andrés Bartula que era de Zamora pero que estaba en casa de sus tía y estuvo todo el curso con nosotros.
También hubo sus momentos difíciles, como cuando alguien propuso que mandásemos una nota a la chica que más nos gustase, se trataba de decir las mayores burradas que se nos ocurriesen, en el tono mas machista y grosero posible, la frase que puse ni siquiera sabía lo que significaba, lo escribíamos en chuletas y nos las pasábamos entre nosotros por debajo de los pupitres, pero como siempre tiene que haber un chivato, en un descuido alguien, del que si me acuerdo pero del que no voy a revelar su nombre, nos interceptó las chuletas y se las dio a Don Juan.
Fue terrible, en un primer momento parecía que nos iban a meter en la cárcel, a mi se me venía el mundo encima, nos llamaron de todo, además, y eso es lo malo de los pueblos, lo sabia todo el mundo, todos sabían hasta las frases literales que habíamos puesto, unos decían que íbamos a ir al infierno, otros que nos llevarían a un reformatorio y no se cuantas cosas más, sin embargo, mi madre no se lo tomó muy a mal, y ni siquiera me pegó, yo creo que pensó con buen criterio, que la cosa no era para tanto, pues éramos niños de siete u ocho años y ninguno sabíamos lo que realmente significaba lo que habíamos escrito a las chicas, nosotros sólo queríamos parecernos a los chicos mayores, y por eso tratábamos de imitar su forma de expresarse.
Entonces los sábado había clase, no había los jueves por la tarde, lo sábados era el día temible, el día de la LUCHA, así se llamaba un concurso que Don Juan Soria hacía los sábados por la tarde, para incentivarnos y motivarnos por medio de la competividad, el lugar físico que ocupábamos en los pupitres, coincidía con los puestos que por merecimiento habíamos conseguido en la lucha de los sábados.
El concurso consistía en que un alumno te hacía una pregunta, si tu no te la sabías y sin embargo, él si sabia la que tú le hicieses, se permutaba el puesto que tenías, es decir que el que estaba detrás podía avanzar un montón de puestos, y claro está, todos querían hacer las preguntas al primero, todos querían hacerme las preguntas a mi, no quiero pecar de inmodestia, yo era el primero de la clase, pero los sábados hubiera preferido no serlo, porque el hecho de ser el primero, llevaba la servidumbre de que todos te podían preguntar y tu únicamente defenderte, no había opción al ataque, por eso de este juego el recuerdo es agridulce, el hecho de estar sometido al bombardeo de todos mis compañeros no me gustaban en absoluto, y me ponía muy nervioso, los sábado apenas comía pensando en lo que se me avecinaba después, desde siempre los nervios por los exámenes se me han agarrado al estomago y me han dado unas ganas tremendas de orinar. La lucha de lo sábados tenia el aliciente de que si el resultado había sido bueno y continuabas el primero, esto te daba prestigio ante todos los demás y satisfacía tu ego al menos durante toda una semana.
El aprovechamiento de este año con Don Juan fue excelente, teníamos ocho años y los conocimientos adquiridos, sobre todo en matemáticas, eran espectaculares, con ocho años sabíamos lo que era una razón, una proporción, sabíamos, sumar, restar multiplicar y dividir quebrados, regla de tres simple y compuesta, reparto proporcional.
No se me olvida el examen final de curso, que era oral y ante todas las fuerzas vivas del pueblo, el alcalde, que era mi tío Vidal, el teniente y el sargento de la Guardia Civil, Don Antonio Juarros era Secretario del Ayuntamiento, Don. Abilio el cura párroco, y gente invitada que quería asistir a los exámenes, entre ellos recuerdo a mi tío Ignacio, que por la tarde me dio la enhorabuena por el aprovechamiento que había conseguido en el curso.
Don Juan nos preguntaba y nosotros salíamos al encerado.
A ver Andrés ¿que es una razón?
Respondía solícito y muy educado “Don Juan, una razón es la relación que existe entre dos cantidades, representa por lo regular las veces que una cantidad contiene a otra.
¿Y una proporción que es?
La igualdad de dos razones.
Salimos varios al responder lo que D. Juan nos preguntaba, la gente asentía con la cabeza y hacía murmullos de aprobación. Hicimos sumas restas, multiplicación y división, pero siempre de quebrados de número mixtos como decíamos entonces.
¿Alguien quiere preguntarles algo?, propuso Don Juan, entonces el Sargento de la Guardia Civil, me pregunto a mí, a ver:
Siete sardinas y media a real y medio la sardina y media ¿cuantos reales son?
Al principio me dejó descolocado, pero pude advertir enseguida la trampa que escondía la pregunta, a real y medio la sardina y media, enseguida me di cuenta de que una sardina valía un real, una vez deducido esto, la operación era muy fácil, siete sardinas y media, pues valían siete reales y medio.
Pero es que, además, tuve la suerte de que cuando me lo estaba preguntando anoté en la pizarra 1+ ½ real igual a 1+ ½ sardina,.en todo problema lo fundamental es comprender el enunciado, esto nos lo repetía con frecuencia Don Juan, mira tú por dónde, sin querer me encontré con una proporción perfecta, por lo tanto podía responder a la pregunta mediante deducción matemática y demostración práctica de lo que era una proporción.
1+1/2 sardinas =1+1/2 reales
En toda igualdad de varios términos, aquellos que sean iguales se pueden suprimir, si quitamos ½ nos queda que uno es igual a uno, por lo tanto una sardina valía un real, no sólo sabía que una sardina valía un real, sino que había aplicado las matemáticas para demostrarlo, el sargento empezó a aplaudir y contagió a todos los asistentes que aplaudían emocionados.
Del sargento no recuerdo su nombre, pero si que se parecía mucho al actor Walter Matthau, y que decía que mi hermana Paqui, se parecía mucho a Carmen Sevilla.
Walter Matthau era ese actor que junto a Jack Lemon trabajaban en una magnifica película, eran los dos periodistas, la película se titulaba.....
(¿cómo se llama esta película? sí hombre, esa que hacen los dos de periodistas, nada, que no me sale el nombre, bueno habrá que preguntarle al señor Google, o a mi hijo Javier, que como periodista que es sé que esta película le gusta mucho).
Aquí dejo de escribir y me dispongo a consultar en internet
Bueno pues entro en google y anoto en buscar“Walter Matthau Jack Lemon periodistas”, y el señor Google me responde muy bien, no sólo dice que la película se llama Primera Plana, que es de 1974, su director es Billy Wilder, sí, al que se refirió Fernando Trueba, cuando le dieron el Oscar por Belle Epoque, que dijo “no creo en Dios, sólo creo en Billy Wilder:
Pero, y esto es lo que más me maravilla, en la misma pregunta, el señor Google responde que hay un artículo escrito en su día, en el suplemento dominical del diario Marca, suplemento, por desgracia, hoy desaparecido, que habla de la película Primera plana,. dicho artículo está escrito, por un tal Javier G. Matallanas, que casualidades de la vida, es mi hijo.
No me cansaré de pregonar que lo de internet y google es cosa de magia, y claro está, no podía desaprovechar la ocasión para presumir de hijo y con todo el orgullo de padre, suspendo la narración de mis memorias y os coloco aquí el citado artículo, y la reflexión que hace mi hijo sobre su propio artículo dos años después, os pido disculpas, pero espero que me comprendáis por la interrupción.
Andrés Gómez Ciriaco
Las manchas del leopardo*
Javier G. Matallanas
Walter Matthau: “Cásese con un enterrador o con un verdugo; con quien sea, menos con un periodista”. Susan Sarandon: “Pero Hildy va a dejar el periodismo”. Walter Matthau: “No se pueden quitar las manchas a un leopardo ni enganchar un caballo de carreras a un carro de basura”. Éste es un diálogo de ‘Primera Plana’, el ‘remake’ que hizo el genio Billy Wilder de ‘Luna Nueva’. Ésta es la descripción de la vocación periodística, de la pasión por la profesión más bonita del mundo. Con sus virtudes y sus miserias, como las de todos los seres humanos, los periodistas cuentan la vida de la gente a la gente. Aventurarse a este nuevo reto. Dar forma y contenido al suplemento que hoy nace, realimenta el entusiasmo y la pasión por el periodismo.En este oficio, lo que has hecho no vale para nada una vez publicado. Con los reportajes y entrevistas de este suplemento va a suceder lo mismo, pero al menos tenemos una semana para reposarlo. Una vez cerrado, como cada día que se cierra el periódico, hay que empezar de cero, buscar la historia, componer el puzzle del reportaje, hacer o recibir una llamada de una fuente, darle al coco para sacar y buscar buenas historias... Imbuidos en este nuevo producto, no pasamos por alto el peligro que corre en estos días la libertad de expresión. Sean clubes de fútbol, multinacionales o gobiernos, los poderosos quieren amordazar al mensajero y ocultar la verdad. No pasarán.En Primera Plana, Jack Lemon, el tal Hilty al que el director no le deja casarse para no quedarse sin su mejor reportero, describe así a los periodistas: “Un hatajo de pobres diablos, con los codos raídos y los pantalones llenos de agujeros, que miran por la cerradura y que despiertan a la gente a medianoche para preguntarle qué opina de Fulanito o Menganita. Que roban a las madres fotos de sus hijas violadas en los parques. ¿Y para qué? Pues para hacer las delicias de un millón de dependientas y amas de casa. Y, al día siguiente, su reportaje sirve para envolver un periquito muerto”. Espero que las páginas del MARCA, junto a este suplemento ‘DoMingo’ que hoy nace, envuelvan la fruta, vayan al contenedor de reciclaje o donde les venga en gana. Pero que antes, se lo hayan leído y hayan disfrutado como nosotros al hacerlo. Como hacemos cada día MARCA. Por y para ustedes. Queridos lectores.
*Artículo del primer suplento DoMingo, de Marca, publicado el 1 de febrero de 2004. Aquella sección la llamé 'Una de piratas' y hablaba de nosotros, los periodistas
El 1 de febrero de 2004 iniciamos una apasionante aventura en Marca. Aquel suplemento 'DoMingo' fue un reto del que salimos reconfortados, reforzados y despedidos, todo hay que decirlo, porque quizás era demasiado pretencioso intentar aumentar la calidad del periódico más leído en la historia de España. Fue una experiencia gratificante y enriquecedora en lo personal y en lo profesional. Hoy domingo quiero recordaros mi artículo de la sección 'Una de piratas' que apareció en aquel primer número del 'DoMingo'. Me sorprende al reelerlo el párrafo en el que avisaba del peligro que corría la libertad de expresión. "No pasarán", decía. Sí pasaron. Pasaron por encima de mi puesto de trabajo, pero no se pueden poner puertas al campo. Cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Y no se pueden quitar las manchas a un leopardo...
El 1 de febrero de 2004 iniciamos una apasionante aventura en Marca. Aquel suplemento 'DoMingo' fue un reto del que salimos reconfortados, reforzados y despedidos, todo hay que decirlo, porque quizás era demasiado pretencioso intentar aumentar la calidad del periódico más leído en la historia de España. Fue una experiencia gratificante y enriquecedora en lo personal y en lo profesional. Hoy domingo quiero recordaros mi artículo de la sección 'Una de piratas' que apareció en aquel primer número del 'DoMingo'. Me sorprende al reelerlo el párrafo en el que avisaba del peligro que corría la libertad de expresión. "No pasarán", decía. Sí pasaron. Pasaron por encima de mi puesto de trabajo, pero no se pueden poner puertas al campo. Cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Y no se pueden quitar las manchas a un leopardo...
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