lunes, 22 de octubre de 2007

Irene Escolar Navarro



A mi niña favorita, IRENE,
con su largo y dorado pelo,
que solamente virtudes tiene,
en su esbelto cuerpo de modelo.

Tu sonrisa a flor de piel
Tu piel de rosa temprana
Tu dulzura casi de miel
Tus mejillas de porcelana.

Tu estilizada y bonita nariz
Tus pómulos tan sonrosados
Tus gestos de elegante actriz
Tus bonitos mechones dorados

Tus ojos que no sólo miran
además, también iluminan
el espacio por donde pasas.
la estancia por donde pisas.

A todo esto que más puedo decir
sí encima a tu gracia juvenil
unes una gran elegancia heredada
de tu insigne e ilustre antepasada:
Doña Irene Gutiérrez Caba.


Y la piel de satén de tu abuela
humilde, laboriosa y sencilla
Segoviana presumida, Maruja Villa.






Irene es mi vecina, bueno, es mucho más que una vecina, es mi niña favorita, esta poesía se la dediqué cuando cumplió diecisiete años, pero además, Irene es una excelente actriz, de casta le viene al galgo, pues es nieta de Irene Gutierrez Caba, hoy viene fotografiada en portada en EL PAÍS junto a Maribel Verdú, con motivo de estar rodando la película Los girasoles ciegos.


miércoles, 10 de octubre de 2007

¿Monroy sede permanente?

Fotografía de Guadalupe Gómez Salas

No conocí personalmente a Pablo Palazuelo, cuando restauró el Castillo y estuvo viviendo en Monroy, coincidió con un periodo en el que yo apenas visitaba el pueblo. En una de, por entonces, mis escasas visitas, José Solano, el alguacil, me pidió que le trajese a Madrid, a la calle García de Paredes, unas llaves que se había dejado olvidadas, a cambio de este favor, pude visitar por primera vez el castillo totalmente restaurado.

En otra ocasión, que coincidí con Elvira Mignoni, (hija de Elvira González, dueña de la Galería Teo), en una boda, en el Hotel Palace, contaba las quejas que le hacía Palazuelo sobre las comidas tan copiosas que le ponían, a pesar de ser verano, en Monroy, y que le traían a maltraer los cangrejos americanos, que por aquella época proliferaron tanto en toda España, y que en Monroy fueron una verdadera plaga.

Cuando mi hijo Javier, estudiaba periodismo, como trabajo de prácticas, le pidieron una entrevista con alguien famoso relacionado con el arte, optó por Eduardo Chillida, y gracias a los buenos oficios de mi mujer, Maribel, y a la amabilidad de la mujer de Eduardo Chillida, consiguió llevarla a cabo, e incluso se la publicaron en la revista MAN.

Pues bien al terminar la entrevista e intercambiar impresiones, hablaron sobre ETA y el problema de los nacionalismos excluyentes, mi hijo, le comentó que yo había estado en San Sebastián, cuando tenia catorce años, trabajando de botones en una agencia de publicidad, y que me había sentido discriminado por algunas personas del entorno de los periódicos, por ser extremeño, que procedía de un pueblo de Cáceres, Chillida le preguntó que de que pueblo se trataba, mi hijo le dijo que era uno muy pequeño, que no lo conocía nadie, eso sí tiene un castillo que ha sido restaurado por un pintor, y se llama... Chillida no le dejó terminar “¡Monroy, hombre claro que conozco Monroy, he estado allí más de una vez con mi amigo Pablo Palazuelo!”.

Cómo bien dice Álvaro Valverde, Pablo Palazuelo ha fijado Monroy en el mapa.



El castillo de Monroy siempre ha sido un referente en mi vida, recuerdo cuando desde muy pequeño, en los días calurosos del verano monroyego, iba con mi primo Vidal a jugar a la sombra de sus gruesos muros, gracias a la amabilidad de Fili, la guardesa del castillo, allí jugábamos a ser guerreros con antifaz o sin el, emulábamos al Capitán Trueno, El Jabato, Roberto Alcázar, a Pedrín con porra o si ella, bueno, en todo caso, las porras eran más bien pequeñitas.

Reconozco, que hubo un tiempo, que me fastidiaba que no hubiera mantenido la estructura del antiguo castillo, palacio, como lo llamábamos entonces, sobre todo esa torre rematada con torreones de forma semiesférica, que a mi modesto entender, le daba al castillo un carácter único, es más, en algún momento revindiqué la compra por parte de la Junta de Extremadura del castillo para que todos los monroyegos pudiésemos visitarlo y que fuese del pueblo y para el pueblo.

No sé si recibió subvenciones de la Junta de Extremadura para la rehabilitación del Castillo, pero aunque así fuera, su único dueño fue Pablo Palazuelo y gracias a que lo compró, hoy se encuentra en perfecto estado, ¿qué hubiera ocurrido si Pablo Palazuelo no lo hubiera comprado y restaurado? Pues, con toda probabilidad, estaría en ruinas como están otros tantos castillos en Extremadura.

Y en todo caso, pienso que ha sido una suerte que el castillo haya permanecido en manos de Pablo Palazuelo, porque, si al valor de castillo, se le añade el valor de la obra del galardonado pintor-escultor, Monroy se convertiría en un punto de referencia internacional para los amantes del arte ¿Os imagináis, lo que supondría para Monroy, una exposición con las obras propiedad de la Fundación Pablo Palazuelo en su castillo? Por cierto, José Rodríguez Spiteri, ha anunciado, que está a punto de firmar un convenio con la Junta de Extremadura, para hacer una exposición de la obra de su tío en el castillo de Monroy, sería interesante que pudiese ser en el 2009, para así, conmemorar los 700 años de la fundación del pueblo.

Pero, quiero ir más lejos aún, pido que todos los monroyegos, apoyemos la idea, ante la Junta de Extremadura y ante sus herederos, de que el castillo, que con tanto cariño, empeño y dedicación puso en su rehabilitación Pablo Palazuelo, se convierta en sede permanente de la obra del poeta de la geometría, de esta forma se nos devolvería con creces, todas las subvenciones, si es que las hubo y sería, sin lugar a dudas, propiedad de los herederos de Pablo Palazuelo y su Fundación, pero también, del pueblo, de todos los pueblos.

Andrés Gómez Ciriaco