martes, 28 de junio de 2011

Gente y veranos afables



Este fin de semana he podido gozar una vez más de las noches frescas del verano monroyego, tan frescas que yendo de Cáceres a Monroy con el coche descapotado sentimos frío mi mujer y yo.

Maribel ha podido hacer realidad su sueño de ir en un descapotable y que el viento del atardecer acariciase sus cabellos y, para que no se desmadrasen demasiado, ponerse un pañuelo al estilo de  las protagonistas de las románticas películas en blanco y negro.

He podido hacer una de las cosas que más me gustan cuando estoy en Monroy: dormir con la puerta abierta del balcón contemplando desde la cama las estrellas que brillan intensamente en el azul oscuro, casi negro, de la bóveda celeste de las noches monroyegas y, al mismo tiempo, recibir la brisa en la cara del aire impregnado por el aroma a pasto seco, y oír, de cuando en cuando, entre el silencio y más silencio, el canto de un gallo.

He corrido mi hora diaria en la piscina, ante la curiosidad de niños y mayores. Había un niño muy simpático que nada más verme me dijo que le gustaba mi bañador de muchos colores, me preguntó que si era del pueblo y cuando le dije que seguramente más que él, pues yo había nacido en mi casa en la calle Nueva y que él para nacer se habría tenido que ir a Cáceres. Se quedó cavilando sin entender lo que le decía. Le expliqué que entonces nacíamos todos en el pueblo, pero que ahora, por el bien de la madre y del niño es mucho mejor nacer en un hospital. Y que el hecho de nacer en Cáceres no le hacia ser menos monroyego, que era una broma que le estaba gastando, cosa que pareció comprender enseguida.

Por cierto, en Cáceres hemos descubierto un establecimiento para quitarse el sombrero, La Tapería. Nos llevó mi primo Vidal. Lo regentan  los hermanos argentinos Javier y Emi, y se nota que les gusta su oficio, hacen el trabajo gustoso, como diría Juan Ramón Jiménez, son vocacionales y eso se nota, transmiten su entusiasmo: Emi, por la cocina, y Javier, por los vinos. Javier está casado con Amaya que fue la culpable de que estos hermanos argentinos aterrizaran en Cáceres, da gusto el trato tan afable de los tres y el de  todos  los camareros.

Amaya está embarazada y tiene la sonrisa a flor de piel. Sal tu que vas cargada. Le dije en la puerta de entrada al local. Si sólo llevo un platino, me soltó con una sonrisa de oreja a oreja que invitaba a entrar sin ningún recelo.

La relación calidad precio es inmejorable, probamos entre otros exquisitos platos la parte del cerdo ibérico denominada  ‘lagarto’, que es muy jugosa y suave,  mejor aún que la presa, el secreto o la pluma. Una exquisita ensalada de canónigos con ventresca y tomate rallado y una tarta obsequio de la casa, con una textura y sabor a prueba de golosos recalcitrantes.

Javier nos recomendó dos vinos extremeños realmente excelentes el Nadir, muy goloso y afrutado, que tiene un premio nacional como el mejor vino de menos de seis meses de crianza en roble, y un Gran Buche de viñas viejas realmente excelso; es de la zona del Raposo, donde hay un balneario que tiene una bonita leyenda, como la de casi todos los balnearios.

La verdad es que ha sido un fin de semana muy agradable, hemos disfrutado. En Monroy tomando el viernes el aperitivo en el Casino en compañía de buenos amigos como Emilio, Juanvi, José Ignacio y su mujer. Y en Cáceres paseando por Cánovas, sentado en sus terrazas, y degustando exquisitos platos en La Tapería, con la inmejorable compañía de Vidal  y Maria.

Y un detalle que, aunque parezca insignificante para mí tiene mucha importancia, casi siempre se critica  a los funcionarios su falta de celo y dedicación en el trabajo, pues bien este no es el caso de Juan Diego, funcionario del Ayuntamiento de Monroy, que cuando se le escucha dar los pregones desde los altavoces situados en el Reloj del Ayuntamiento, uno se siente transportado hacia otros tiempos, cuando escuchaba en las esquinas la turuta que hacían sonar  los antiguos alguaciles Eloy y  José.

Y digo que no es el caso de Juan Diego, porque él, ante un error mío en la entrega de un dato, tuvo a bien venir a buscarme a casa para que subsanase el error. No he hablado mucho con Juan Diego pero siempre me pareció un hombre afable y un buen profesional, detalles como estos, que parecen insignificantes, son los que nos hacen la vida más llevadera y creamos que no todo está perdido, que todavía queda gente, como el amigo Juan Diego.

viernes, 17 de junio de 2011

PRIMOROSA PRIMAVERA






Entre mis mejores recuerdos están sin dudas las mañanas de primavera, cuando de ‘motu proprio’ madrugaba, y emulando a Don Quijote me  disponía, montado en mi yegua blanca, a  conquistar la gloria del  mundo,  eso sí, con los pies bien puestos en el suelo del campo extremeño donde no sólo mis pulmones se ensanchaban con el aire tibio y perfumado de una primorosa primavera, todo mi ser sentía ensanchado, prolongado y elevado ante entorno tan privilegiado.

Fue sin duda una de las mejores  épocas  de mi vida, en todo el curso lo único que tenía que hacer era repasar el grupo de Ciencias que me había quedado de Reválida de Cuarto, que curiosamente era donde mejor nota media tenía. El  24 de junio de 1964 obtuve el título de Bachiller Elemental.

El fútbol ocupaba prácticamente todas las horas de mi ocio, jugábamos al fútbol antes y después de comer, antes y después de merendar y hasta antes y después de cenar. Hubo un momento, después de un glorioso día que paré todo lo que llegaba a mi portería, que llegué a creerme que valía para portero. Me sentí muy halagado cuando el mejor jugador del pueblo, Antonio Plaza,  me dijo que estaba parando muy bien.

Yo era del Real Madrid y esta es la primera alineación que recuerdo de memoria:

Vicente, Marquitos, Santamaría, Pachín, Vidal, Zárraga, Canario, Del Sol, D’Stefano, Puskas y Gento.

Un día llegué a casa diciendo que Vicente se había  roto un brazo, me estaba refiriendo al portero del Madrid, pero mi madre se creyó que me refería a mi hermano Vicente y se puso muy nerviosa, yo creo que en mi fuero interno jugaba a provocar el  malentendido. 

Mi hermano Vicente no se había roto un brazo, pero yo si que le rompí un diente a mi hermana Paqui. Estaba bebiendo algo de la nevera, llegó mi hermana y me quitó la botella para beber ella. Enfadado por habérmela quitado, cuando ella estaba bebiendo a morro, le di un golpe al culo de la botella y le rompí el diente por la mitad.

Eran los primeros tiempos de Carrusel en Radio Madrid, con Vicente Marco y Juan de Toro cuando este repetía cada dos por tres el famoso eslogan:  Anís de la Asturiana su presencia siempre agrada.

Cuando hice mi primera quiniela, entonces era de dos columnas, no había múltiples y había que echarla antes del jueves. Recuerdo  a Juan de Toro dando la quiniela y yo comprobando el resultado de la primera columna y esperando que diese el resultado para la segunda. ¡Pensaba que había que acertar dos quinielas una para cada columna ¡Anda que si no era fácil acertar una como para acertar dos!

Uno ha estado ligado a la Cadena SER desde los tiempos en que mi hermana Puri sintonizaba Radio Sevilla  para escuchar que el hijo del ganadero  no quería ser matador, que una pena que, además, era mora nublaba la razón, que la zarzamora lloraba y lloraba por los rincones, que las mozas que se  apoyaban en el quicio de la mancebía, se enamoraban de los que tenían  los ojos muy verdes y con brillo de faca, que según José Luis y su guitarra, Mariquita era bonita, graciosa y chiquita, que alguien se daba la media vuelta y se iba con el sol cuando moría la tarde.

Ojos verdes es una de mis canciones favoritas, sobre todo desde que me enteré que se la cantaban las mocitas del pueblo al guapo mozo que era mi padre. Dicen, que me parezco mucho a él, aunque ya quisiera uno tener los ojos tan  verdes como mi padre, los míos, según mi mujer, son verdes ‘amarronaos’.

La Cadena Ser de Pepe Iglesias ‘El Zorro’: Yo soy el zorro zorrito para mayores y pequeñitos, yo soy el zorro señores de mil amores voy a cantar.

La cadena Ser de Matilde, Perico y Periquín, el abuelo Porretas, del teatro radiado por su gran cuadro de actores: Pedro Pablo Ayuso,  Matilde Conesa, Matilde Vilariño, Juana Ginzo.

La cadena Ser de Ustedes son formidables, con un  histriónico Alberto Oliveras y su sinfonía del Nuevo Mundo.
 
La Cadena SER donde Kiko va participar en el Carrusel la temporada próxima,  mi hijo Javier me había anticipado la noticia. Uno va a sentirse más  a gusto, todavía, escuchando Carrusel sabiendo que hay gente amiga en sus ondas y con un gran sentido del humor. Y aunque Kiko es Atlético no se le nota, pues es muy ecuánime en todos sus juicios.

Aquellas madrugadas de primavera donde uno soñaba con su futuro y quería ser delineante, mi madre pagó  un curso por correspondencia con CCC para delineante proyectista, uno enseguida se dio cuenta que no iba muy bien encaminado, pues  había que ser muy cuidadoso para dibujar, cosa que no iba con mi natural carácter, sobre todo en aquellos tiempos de la tinta china, el curso nunca lo terminé

Contestaba a los anuncios de los periódicos haciéndome pasar, claro está, por mayor de edad, recuerdo que en uno que pedían representante de persianas, puse que mi profesión era linotipista. ¿Qué pintaba un linotipista vendiendo persianas?

Uno no sabía que esta iba a ser su última primavera en su pueblo, pero fue tan intensa que ha quedado grabada de forma indeleble, el tiempo transcurrido no ha podido borrar los recuerdos, al contrario cada día que pasa son mejor valorados y es que no todos han tenido la suerte de tener sensaciones como estas:

En las madrugadas del mes de abril
sentir, palpar el rocío de la mañana
a lomos de una yegua torda o alazana
al trote o al galope, de frente o de perfil

miércoles, 8 de junio de 2011

EL ANGEL DEL CALZADO

La pasada semana cuando mi mujer se dirigía a llevar a reparar sus zapatos a la pequeña tienda del paseo Imperial, casi equina a Pirámides, vio que estaba echado el cierre y que había un papel de tamaño de un folio anunciando algo, pero como tenía prisa no llegó a cruzar la calle y no pudo leer lo que ponía.

Como sabe que suelo pasar en mis paseos diarios cerca de la tienda me pidió que lo leyese, y esto fue lo que ponía:

CERRADO POR

DEFUNCIÓN.

Uno albergaba la esperanza, a pesar de que sabía que Ángel estaba bastante enfermo, que la defunción no tenía por qué ser la de Ángel Sánchez, podía ser la de algún familiar.

Al volver a casa me encontré con mis amigos Javier Recas y su mujer Auri, y les comenté lo que ponía el anuncio, me confirmaron que el que había muerto era Ángel.

Llevamos viviendo casi veinte años en la calle Toledo, cuando vinimos a vivir y vimos la tiendecita con su rótulo EL Angel del Calzado, nos resultaba un poco retórico y ampuloso este nombre.

Luego pudimos comprobar que Ángel haciendo honor a su nombre, era verdaderamente y con mayúsculas un ÁNGEL DEL CALZADO.

Cuando le llevabas los zapatos te decía indefectiblemente: Mañana por la tarde puedes pasar a recogerlos. Cualquier reparación, por complicada que pareciese, estaba para el día siguiente y lo que es mejor, los zapatos quedaban perfectamente reparados y limpios y a unos precios verderamente económicos.

Ángel era del Atlético de Madrid y como sabía que mi hijo Javier escribía sobre el Atlético me decía: Dile a tu hijo que les dé caña a estos dirigentes a ver si se van de una vez por todas y el club pase a ser de los socios-abonados.

Descansa en paz amigo Ángel Sánchez, amable, cumplidor y profesional como la copa de un pino, un verdadero espíritu puro con cuerpo, un gran ser humano.


P. D.

Por mi hermana me entero que también ha muerto en Monroy, Fermina.

Fermina estuvo ayudando a mi madre en las tareas de la casa algunos años.

Recuerdo cuando estaba impaciente por la llegada del que entonces era su novio, creo que estaba haciendo la mili. Yo le gasté la broma de que no había llegado ninguno con cara de novio cuando me preguntó por él, previamente ella me había pedido que fuese a ver si llegaba en el coche de linea. Al ver la cara de desilusión que puso no pude por menos que decirle que no sé si su novio había llegado, pero que si habia venido uno que vivía en la calle Santos y que le llamaban Serena.

Fermina siempre estaba sonriente y de buen humor, era tambien una persona necesaria, de esas que te hacen la vida más agradable cuando estás a su lado. Descanse en paz. Desde aquí quiero enviar mi más sentido pésame a su marido Serena y a su hijos.

martes, 7 de junio de 2011

LOS RECUERDOS SUELEN CONTARNOS MENTIRAS



Siempre que me preguntan por qué llevo pajarita suelo contestar lo mismo: La llevo porque desde que vi a Gregori Peck en ese entrañable personaje de Atticus Finch en Matar un Ruiseñor, asocié que llevar pajarita no sólo era una cuestión de estética, sino también de ética.

Carlos Boyero el pasado día 6 de abril en un artículo en El País a propósito de Gary Cooper, (lo hacía extensivo también al personaje de Atticus), decía que este actor representaba sus personajes con tal naturalidad que veía en ellos representado virtudes tales como la nobleza y la determinación, la ética y la estética, la credibilidad y la humanidad.

No suelo ver mucho la televisión y menos grabar programas, no poseo el mando en casa y por ende no posee uno el mando de la tele, pero hace poco, al ver anunciada la película de Matar un Ruiseñor, una de mis favoritas, la grabé. Pues bien, resulta que Gregori Peck en ningún momento de la película llevó puesto una pajarita. Sí que la ha llevado en otras, pero en esta llevaba corbata.

Y con permiso de mi admirado Andrés Trapiello, al que no le gustan nada las pajaritas, no sólo ponérselas él, sino que se la pongan los demás. Tampoco le gustan que se diga corcel o alazán, para nombrar al caballo y a mí sin embargo me encantan estas dos palabras, de hecho están en alguna de mis poesías.

Me encantan esas dos palabras referidas al caballo para mí el más bello animal junto con el toro y me gusta llevar pajarita en las grandes ocasiones, aparte de que la pajarita aporta distinción, no sé si buena o mala, pero si que te distingues al ser el único que suele llevarla, aunque muchas veces renuncio a llevarla, por eso precisamente, por ser el único, me gusta embaucar a alguien para que se la ponga conmigo, por ejemplo a mi primo Vidal, así me siento más a gusto.

También es una cuestión práctica, la pajarita vale menos que una corbata y además no me las mancho tan fácilmente como me mancho las corbatas, aunque parezca difícil mancharse una pajarita soy capaz de hacerlo, que se le va a hace, uno es de natural descuidado.

El pasado día 27 de abril salí a celebrar el día del libro, llevaba en mente como libro a comprar, por encima de todos, Apenas Sensitivo de Andrés Trapiello, es el último publicado de su Salón de pasos perdidos, hace el número diecisiete, me quedan por leer cuatro que están agotados, aunque uno espera que los reediten como han hecho este año con el primero de ellos El Gato encerrado.

Cuando iba por la calle Bailen vi a Sergio Barriocanal dispuesto a cruzar hacia el otro lado de la calle, a su lado estaba Antonio Sanz, les saludé con un: ¡Hombre los desmarcados! Antonio y Sergio eran compañeros de mi hijo Javier en Marca y ninguno está ya en ese periódico, de ahí lo de desmarcados. Habían quedado con mi hijo en el Bernabeu para ver el partido de ida de la Champions, me preguntaron que si no iba a ir a estadio les dije  lo que suelo decir es estas ocasiones que prefería verlo en casa pues se sufre menos.

Entré en la Casa del libro de Gran Vía y allí no tenían Apenas sensitivo, se les había terminado, bajé a la planta sótano donde me indicaron que estaba otro que tenía anotado, Una mosca en la sopa de Charles Simic, por supuesto también de memorias y que luego no compré.

Estando en esta planta llegó una chica preguntando a un vendedor, también joven, por el libro Mala gente que camina, el chico dijo al mismo tiempo que la chica, en nombre del autor y yo también pensé en ese mismo momento en Bejamín Prado. El joven vendedor le indicó que de estar estaría en la planta de más arriba y le preguntó a otro joven vendedor que estaba a su lado si había leído Mala gente que camina, y sin esperar la respuesta del otro, se lo recomendó encarecidamente diciéndole que era una gran novela.

Salí de la Casa del libro de la Gran Vía sin comprar ningún libro, pensaba entrar en la librería de El Corte Inglés de Sol, pero me disuadió de entrar una gran cola, formada en su gran mayoría por señoras mayores, que esperaban la firma de Mariló Montero y un chico joven al que no conocía, estaban en la calle, al lado de la puerta de entrada a la librería por la Calle Preciados, firmando ejemplares de un libro de cocina.

Entonces pensé en la librería Méndez de la calle Mayor y allí me dirigí. En la puerta del teatro Arenal saludé a mi consuegra Carmina y a su hermana que esperaban para entrar en el teatro.

En la librería Méndez estaba firmando ejemplares de su libro Los enamoramientos Javier Marías, tenia también bastante cola, aunque no tanta, como la que tenía Mariló Montero.

Pregunté en la caja por el libro de Andrés Trapiello, Apenas sensitivo, el vendedor una vez comprobado que lo tenían me dijo pídeselo a Antonio. Éste estaba atendiendo a alguien que se presentó como empleada de la Editorial Alfaguara, esperé a que terminasen las presentaciones y le dije que el chico de la caja me había dicho que él me facilitaría el Apenas sensitivo, al principio puso pegas diciendo que no sabría si podría llegar a él entre tanta gente que estaba en la cola, pero enseguida vino con el ejemplar y lo mostraba ostensiblemente para que Javier Marías, que estaba enfrente lo viese. El tal Antonio no era otro que Méndez el dueño de la librería.

Cogí también un ejemplar de Los enamoramientos y cuando me disponía a pagar en caja, vi que al lado de Javier Marías, de pie, se encontraba Benjamín Prado. Al reconocerlo le dije que estaba leyendo su novela Operación Gladio, y que me estaba gustando mucho, la novela la compré la semana antes en el Aeropuerto de Barajas pues el libro Palabras a mano, de Ángel Gabilondo que llevaba de casa para leer durante el trayecto a Dublín me lo había dejado en el asiento trasero de mi coche en el que nos había llevado mi hijo Gonzalo.

Había estado en la conferencia que dio Benjamín en La Biblioteca Nacional, precisamente hablando de esta novela y de la satisfacción que sentía al haberla terminado y que hablaba de la matanza de Atocha, tema para mí muy sensible pues en el servicio militar coincidí con Javier Benavides Orgaz, uno de los abogados asesinados. Javier fue mi sustituto en las oficinas de la Dirección General de Mutilados cuando me licencié, e hicimos muy buenas migas en el periodo que estuvimos juntos.

También le hice saber los elogios que unos minutos antes había hecho de su novela Mala Gente que camina, el joven vendedor de La casa del Libro.

E intencionadamente le enseñé el libro de Trapiello y el de Marías, diciéndole: Sé que se llevan mal pero yo admiro a los dos y no me espero a que Javier me lo firme porque no llego a tiempo a ver el partido, a todo esto Javier Marías seguía firmando y no sé si se dio cuenta de lo que hablamos Benjamin y yo.

Benjamín dijo que se encontraba nervioso e impaciente debido al partido que iba a celebrarse entre el Barcelona y el Madrid, quedaba menos de una hora y por la gente que había en la cola no creo que Javier Marías llegara a tiempo a verlo empezar.

Le dije que había que hacer caso a lo que dice Sánchez Ferlosio sobre el futbol, que lo mejor para no sufrir es no tomar partido por ningún equipo, aunque en vez de decir Sánchez Ferlosio, debí decir Andrés Trapiello y me dijo si a Andrés no le gusta el fútbol, ni a Sánchez Ferlosio tampoco pensé yo, pero algo de razón tiene pues con el fútbol se sufre más que se disfruta, hasta el mismo Guardiola que ha ganado un montón de títulos se le nota que sufre más que disfruta.

Por cierto totalmente de acuerdo con el artículo de Javier Marías sobre Mouriño en EPS, un equipo como el Real Madrid no debe tener como entrenador a un mal educado, prepotente y que siempre echa las culpas a los demás.

No suelo leer novelas, en esto también pienso como Rafael Sánchez Ferlosio que después de escribir El Jarama una de las mejores novelas que uno haya leído, no volvió a escribir sobre este género. Ferlosio dice que le gustan las mentiras verdaderas, no sé si se refiere a que le gustan las mentiras que no pueden ser verdad o acaso se refiera a que las mentiras que le gustan son las que puedan ser verosímiles.

Aunque últimamente he leído varias novelas, además de la de Bejamín, he leido El Buque Fantasma de Trapiello y Los enamoramientos que acabo de terminarla. Me han gustado mucho las tres y por supuesto habrá que comprar Mala gente que camina.

Ahora disfrutar, lo que se dice disfrutar, como con Apenas sensitivo con ninguna novela.

Detrás de mi, en la cola para pagar en caja estaba un señor que me saludó, era Antonio Gil al que hace años le había alquilado una oficina en Ática, posteriomente se marchó a Valencia.

Quizás la causa de estos encuentros, en apenas dos horas en un Madrid tan grande, haya que agradecérselo al señor Cervantes y al señor Shekaspeare, que ejerciendo de santos laicos en el día de su onomástica facilitaron este serie de agradables casualidades.

Los recuerdos

Los recuerdos suelen
contarte mentiras.
Se amoldan al viento,
amañan la historia;
por aquí se encogen,
por allá se estiran,
se tiñen de gloria,
se bañan en lodo,
se endulzan, se amargan
a nuestro acomodo,
según nos convenga;
porque antes que nada
y a pesar de todo
hay que sobrevivir.

Recuerdos que volaron lejos
o que los armarios encierran;
cuando está por cambiar el tiempo,
como las heridas de guerra,
vuelven a dolernos de nuevo.

Los recuerdos tienen
un perfume frágil
que les acompaña
por toda la vida
y tatuado a fuego
llevan en la frente
un día cualquiera,
un nombre corriente
con el que caminan
con paso doliente,
arriba y abajo,
húmedas aceras
canturreando siempre
la misma canción.

Y por más que tiempos felices
saquen a pasear de la mano,
los recuerdos suelen ser tristes
hijos, como son, del pasado,
de aquello que fue y ya no existe.

Pero los recuerdos
desnudos de adornos,
limpios de nostalgias,
cuando solo queda
la memoria pura,
el olor sin rostro,
el color sin nombre,
sin encarnadura,
son el esqueleto
sobre el que construimos
todo lo que somos,
aquello que fuimos
y lo que quisimos
y no pudo ser.

Después, inflexible, el olvido
irá carcomiendo la historia;
y aquellos que nos han querido
restaurarán nuestra memoria
a su gusto y a su medida
con recuerdos
de sus vidas.