Cuando llegaba el verano gran parte de nuestra vida transcurría en la plaza. La plaza era nuestro ágora, el punto de encuentro de todos los niños del pueblo donde jugábamos sin desmayo al marro, a pídola, a los toros, a policías y ladrones, al verdugo, juego éste que daba nombre a ese hueso de las extremidades de los cerdos o corderos, que en otros sitios llaman taba y que no es otro que el astrágalo.
Los chicos nos jugábamos castigos o premios, en función de como cayera el hueso. Los castigos consentían en recibir un número determinado de cinturonazos El premio, no recuerdo muy bien cual era, parece ser que estaba en darlos.
Las chicas, más listas ellas, sólo se jugaban los botones, de los que hacían grandes acopios quitándoselos a las prendas obsoletas, aunque alguna, llevada por su celo acaparador, se los quitaba a los abrigos de sus hermanas mayores que acababan de estrenarlos.
La plaza la recuerdo amenizada las noches de los domingos por la música que salía de un único altavoz situado en la entrada del castillo, que era la entrada al cine de verano RECA. La música que emitían los del cine era, fundamentalmente, pasodobles, pero a mí me hacía sentir una atmósfera distinta a la de los demás días, la música servía de banda sonora a nuestros infantiles juegos, donde nuestro tiempo pasaba sin darnos cuenta de tanto como disfrutábamos jugando.
Algunas veces venía en el mes de agosto una tómbola, donde apenas podíamos comprar boletos, porque no teníamos dinero, y la verdad es que tampoco nos hacía mucha falta, nos conformábamos deleitándonos oyendo la música que sonaba a través de su, también, único altavoz.
Entre las canciones que amenizaban nuestras adolescentes vidas recuerdo la de Moliendo Café, Si yo tuviera un martillo, Cuando calienta el sol y algunas del Dúo Dinámico, como: Mari Carmen, Quince años tiene mi amor, Bailando twist, Oh Carol, Perdóname. Y sobre todas la de: “Hasta luego cocodrilo no pasaste de caimán”, canción ésta que se iba a convertir en recurrente y repetitiva no sólo de aquel verano, sino, también de algún invierno enfriador de ánimos, cuando uno pensaba que no iba a llegar a ser nada de provecho en esta vida. Nunca llegarás a nada, me reprochaba, eres un cocodrilo que no has pasado de caimán.
En esta época ya me había reconciliado con mi madre con respecto a la ropa, pues me había comprado unos pantalones largos de tergal grises, unos mocasines blancos y una camisa de Tervilor blanca, con ésta equipación para los días de fiestas me encontraba yo de lo más elegante. Atrás había quedado la ropa que me hacía y sus reincidentes zurcidos, por fin tenía pantalones largos hechos por el sastrino, así le decían en el pueblo al padre de los Canelada, que tenia la sastrería y la vivienda en la plaza, aunque creo que estos grises me los hizo Dionisio Gómez, el sastrino me hizo unos marrones también de tergal. Mi madre siempre procuraba dar trabajo a todos los del pueblo para que no se enfadasen y de paso, justo es también reconocerlo, para que ellos también visitasen nuestro negocio de bar y baile.
Aunque aborreciese la ropa que me hacía mi madre, más que por su corte y confección, por su pertinaz afan de aprovechamiento, tengo que reconocer, que me hizo una cazadora de velvetón marrón que era la admiración de mucha gente en el pueblo y sobre todo de mi madrina Ana, cuando estaba con mis padrinos en Valdefuentes, le gustaba ponérmela siempre, aunque hiciese calor y repetía cada vez que me la ponía: Qué cazadora más bonita te ha hecho tu madre, y la verdad es que ésta no tenía nada que envidiar a las de piel vuelta a las que he sido siempre tan aficionado, afición que han heredado mis cuatro hijos, todavía hoy, se pelean los cuatro por una que me compré cuando nació mi hijo David, va a hacer ya treinta y tres años y a la que ha habido que cambiarle varias veces el forro.
Esta cazadora la compré ¡cómo no! en el Corte Inglés de Preciados, porque era lo más perecido a la idea que yo tenía de como era la que me hizo mi madre, y qué mejor homenaje a la autodidacta modista autora de mis días y de mi cazadora, que el hecho de que mis cuatro hijos hayan querido tanto a la cazadora que me compré pensando en la que mi madre me había hecho y de la que me sentía tan orgulloso, aunque no fuese de piel vuelta, sino de pana lisa que parece terciopelo, esta es una de las definiciones que he encontrado de lo que era el velvetón, resistente material que soportó más de un teñido, por supuesto, realizado por mi madre.
También me había comprado mi madre un bañador azul, un meyba, marca reconocida mundialmente, en nuestro pueblo, desde luego, era reconocida por todo el mundo, sólo teníamos uno para todos los días de todos los veranos, se consideraba que un meyba era el no va más, claro es que era de nylon, (decíamos nilón, lo de pronuciar nailon era para los cursis) porque este material, como todo el mundo sabía, tenía propiedades mágicas.
Entonces ya gozaba de permiso paterno para ir a bañarme al río, ya había aprendido a nadar y conseguía atravesarme el tablazo, todo entero, así llamábamos al charco que se quedaba todo el verano con agua entre el molino de abajo y las “pasaeras”, no estaba hecho todavía el puente de la carretera de Trujillo. El conseguir nadar entero el tablazo te daba prestigio entre los chicos del pueblo.
Los chicos nos jugábamos castigos o premios, en función de como cayera el hueso. Los castigos consentían en recibir un número determinado de cinturonazos El premio, no recuerdo muy bien cual era, parece ser que estaba en darlos.
Las chicas, más listas ellas, sólo se jugaban los botones, de los que hacían grandes acopios quitándoselos a las prendas obsoletas, aunque alguna, llevada por su celo acaparador, se los quitaba a los abrigos de sus hermanas mayores que acababan de estrenarlos.
La plaza la recuerdo amenizada las noches de los domingos por la música que salía de un único altavoz situado en la entrada del castillo, que era la entrada al cine de verano RECA. La música que emitían los del cine era, fundamentalmente, pasodobles, pero a mí me hacía sentir una atmósfera distinta a la de los demás días, la música servía de banda sonora a nuestros infantiles juegos, donde nuestro tiempo pasaba sin darnos cuenta de tanto como disfrutábamos jugando.
Algunas veces venía en el mes de agosto una tómbola, donde apenas podíamos comprar boletos, porque no teníamos dinero, y la verdad es que tampoco nos hacía mucha falta, nos conformábamos deleitándonos oyendo la música que sonaba a través de su, también, único altavoz.
Entre las canciones que amenizaban nuestras adolescentes vidas recuerdo la de Moliendo Café, Si yo tuviera un martillo, Cuando calienta el sol y algunas del Dúo Dinámico, como: Mari Carmen, Quince años tiene mi amor, Bailando twist, Oh Carol, Perdóname. Y sobre todas la de: “Hasta luego cocodrilo no pasaste de caimán”, canción ésta que se iba a convertir en recurrente y repetitiva no sólo de aquel verano, sino, también de algún invierno enfriador de ánimos, cuando uno pensaba que no iba a llegar a ser nada de provecho en esta vida. Nunca llegarás a nada, me reprochaba, eres un cocodrilo que no has pasado de caimán.
En esta época ya me había reconciliado con mi madre con respecto a la ropa, pues me había comprado unos pantalones largos de tergal grises, unos mocasines blancos y una camisa de Tervilor blanca, con ésta equipación para los días de fiestas me encontraba yo de lo más elegante. Atrás había quedado la ropa que me hacía y sus reincidentes zurcidos, por fin tenía pantalones largos hechos por el sastrino, así le decían en el pueblo al padre de los Canelada, que tenia la sastrería y la vivienda en la plaza, aunque creo que estos grises me los hizo Dionisio Gómez, el sastrino me hizo unos marrones también de tergal. Mi madre siempre procuraba dar trabajo a todos los del pueblo para que no se enfadasen y de paso, justo es también reconocerlo, para que ellos también visitasen nuestro negocio de bar y baile.
Aunque aborreciese la ropa que me hacía mi madre, más que por su corte y confección, por su pertinaz afan de aprovechamiento, tengo que reconocer, que me hizo una cazadora de velvetón marrón que era la admiración de mucha gente en el pueblo y sobre todo de mi madrina Ana, cuando estaba con mis padrinos en Valdefuentes, le gustaba ponérmela siempre, aunque hiciese calor y repetía cada vez que me la ponía: Qué cazadora más bonita te ha hecho tu madre, y la verdad es que ésta no tenía nada que envidiar a las de piel vuelta a las que he sido siempre tan aficionado, afición que han heredado mis cuatro hijos, todavía hoy, se pelean los cuatro por una que me compré cuando nació mi hijo David, va a hacer ya treinta y tres años y a la que ha habido que cambiarle varias veces el forro.
Esta cazadora la compré ¡cómo no! en el Corte Inglés de Preciados, porque era lo más perecido a la idea que yo tenía de como era la que me hizo mi madre, y qué mejor homenaje a la autodidacta modista autora de mis días y de mi cazadora, que el hecho de que mis cuatro hijos hayan querido tanto a la cazadora que me compré pensando en la que mi madre me había hecho y de la que me sentía tan orgulloso, aunque no fuese de piel vuelta, sino de pana lisa que parece terciopelo, esta es una de las definiciones que he encontrado de lo que era el velvetón, resistente material que soportó más de un teñido, por supuesto, realizado por mi madre.
También me había comprado mi madre un bañador azul, un meyba, marca reconocida mundialmente, en nuestro pueblo, desde luego, era reconocida por todo el mundo, sólo teníamos uno para todos los días de todos los veranos, se consideraba que un meyba era el no va más, claro es que era de nylon, (decíamos nilón, lo de pronuciar nailon era para los cursis) porque este material, como todo el mundo sabía, tenía propiedades mágicas.
Entonces ya gozaba de permiso paterno para ir a bañarme al río, ya había aprendido a nadar y conseguía atravesarme el tablazo, todo entero, así llamábamos al charco que se quedaba todo el verano con agua entre el molino de abajo y las “pasaeras”, no estaba hecho todavía el puente de la carretera de Trujillo. El conseguir nadar entero el tablazo te daba prestigio entre los chicos del pueblo.
Cuando se tienen trece años, ir a bañarse al río, un dorado y cálido atardecer de un día del verano monroyego, montado en una yegua blanca, comerse un bocadillo de jamón, bueno con más tocino que jamón ¡pero qué tocino! Después de haber nadado varias veces ida y vuelta el mítico tablazo, tumbarse en un trocito de césped a esperar que se secase el meyba, que por cierto se secaba rápidamente, tan rápido que uno podía ponerse los pantalones encima sin necesidad de quitárselos, fijar la mirada en el azul intenso del inmenso cielo, contemplar el vuelo de las aves mecidas por las térmicas formadas por un calmado aire, a la orilla de un río, si, lleno de piedras, pero uno se olvidaba de ellas, cuando miraba el cielo tan azul, recortado por el verde de los acebuches, en medio de una orilla transparente, cálida, sosegada y armónica de verano, es lo más parecido a la felicidad que uno puede obtener en este mundo, doy fe.
8 comentarios:
HOLA. SOY TOÑO LUCAS. HE LEIDO TU HISTORIA SOBRE EL BAÑADOR MEYBA DE NYLON AZUL. YO TAMBIÉN HE SIDO UN APASIONADO DE ESTE TIPO DE BAÑADORES DE NYLON, LO SIGO USANDO Y LOS COLECCIONO. TAMBIÉN COLECCIONO FOTOS Y POSTALES DONDE SALEN LOS MISMOS. ¿CONSERVAS ALGÚN BAÑADOR DE ESTE TIPO?. MI E-MAIL ES medambso@ctv.es PARA QUE CONTACTES CONMIGO, SI HACES EL FAVOR.
Hola Toño:
El bañador Meyba de nylon azul forma parte de mi vida de marinero de agua dulce como le gustaba a mi madre llamarme. Este bañador que estrené en mi pueblo me acompañó hasta San Sebastián en los años 1964 y 65 y luego a Madrid en el año 1966.
No, no tengo ningún bañador de esta época pero la palabra Meyba se me ha quedado grabada como una imagen de marca a la altura que puedan estar para los chicos de hoy marcas como NIKE, ADIDAS, etc.
Si, efectivamente, mi bañador era igual al de la fotografía que me mandas, entonces no teníamos tantos bañadores como ahora, pero creo que éramos más felices, al menos no había que elegir cual nos poníamos, ahora si te pones uno piensas que podías haberte puesto el otro que combina mejor con la camiseta y esta duda hace que no te sientas a gusto, ese problema no lo teníamos entonces.
Muchas gracias por tu amables palabras y por supuesto no es ninguna molestia contestarte.
Saludos cordiales
(Te he mandado este mismo texto por email a la dirección que me pones y me los ha devuelto el servidor)
HOLA ANDRÉS. MUCHAS GRACIAS POR TUS COMENTARIOS. LA VERDAD ES QUE HE VISTO POCAS PERSONAS TAN AMABLES COMO TÚ. TE MANDO UNA FOTO CON MI MEYBA DE NYLON AZUL, PARA QUE ME CONOZCAS A MI Y A MI FAMILIA.
CUANDO ME EMPIEZAS A CONTAR LO DE ANTIGUO MEYBA DE NYLON AZUL ME TRAE GRATOS RECUERDOS DE LOS AÑOS 60. YO SOY ALGO MÁS JÓVEN QUE TÚ, VOY A CUMPLIR LOS 45 AÑOS, PERO AQUELLOS AÑOS ME MARCARON PROFUNDAMENTE. COMO DICES TU, CON POCO NO CONFORMÁBAMOS. YO ERA UN NIÑO DE PUEBLO, NAVALENO (SORIA) Y RECUERDO EL PRIMER BAÑADOR DE NYLON QUE CONOCÍ, EL DE MI PADRE, DE UN NYLON VERDE PRECIOSO. ESTOS RECUERDOS HICIERON QUE DESDE QUE TENÍA 4 O 5 AÑOS, ME ENCANTASE PONERMELOS. AÚN RECUERDO LA BRONCA QUE ME LLEVÉ UNA VEZ QUE ME LO HABÍA PUESTO A ESCONDIDAS, CUANDO AÚN SE ME CAÍA DE LO GRANDE QUE ME ESTABA. LUEGO LO ACABÉ HEREDANDO, AUNQUE TARDÉ MUCHO EN TENER UN BAÑADOR MEYBA DE NYLON PROPIO, PUES LA ECONOMÍA NO DABA CASI NI PARA COMER.
TAMBIÉN RECUERDO GRATAMENTE COMO UN PRIMO MÍO TENÍA TAMBIÉN UNO DE NYLON AZUL, Y QUE ME DABA UNA SANA ENVIDIA. UNA VEZ QUE ME LO PRESTÓ DISFRUTÉ UN MONTÓN CON ÉL PUESTO.
TODOS ESTOS RECUERDOS ME LLEVARON A EMPEZAR A COLECCIONARLOS. TENGO UNOS CUANTOS, ALGUNOS DE ELLOS HECHOS POR UN SASTRE AMIGO MÍO, POR SI TE INTERESA ALGÚN DÍA ADQUIRIR ALGUNO NUEVO. TAMBIÉN COLECCIONO POSTALES, FOTOS O CUALQUIER RECUERDO, POR EJEMPLO ANUNCIOS DE ELLOS.
BUENO, LA VERDAD ES QUE COLECCIONO VARIAS COSAS; SELLOS, FÓSILES, MINERALES, PLANTAS (SOY INGENIERO DE MONTES) E IMPERMEABLES DE NYLON DE LOS QUE SE HACÍAN TAMBIÉN EN LOS AÑOS 60, QUE LLEGABAN HASTA LAS RODILLAS (TIPO PIUMA D´ORO) Y QUE LLEVABAN BOINA Y UN CINTURÓN, AMBOS TAMBIÉN DE NYLON (TENGO DE VARIOS COLORES; AZUL, VERDE, VIOLETA Y MARRÓN). EN FIN QUE MI MUJER ALGÚN DÍA ME VA A ECHAR DE CASA, PUES TENGO LA CASA Y EL TRASTERO REPLETOS.
TE QUERÍA PREGUNTAR SI GUARDAS ALGUNA FOTO DE TUS TIEMPOS DEL MEYBA DE NYLON AZUL. SI ME PUEDES CONSEGUIR ALGUNA TE LO AGRADEZCO.
TE DEJO MIS DATOS DE SORIA, POR SI ALGUNA VEZ VIENES POR AQUÍ. SOY FUNCIONARIO DE LA CONSEJERÍA DE MEDIO AMBIENTE DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN.
JOSÉ ANTONIO LUCAS SANTOLAYA
C/ CABALLEROS Nº 9, 1º B
42002 - SORIA
TF, 689 785934
E-MAIL; medambso@ctv.es
POR CIERTO HE VISTO QUE ERES ESCRITOR Y HE LEIDO ALGUNAS DE TUS POESÍAS, QUE ME PARECEN EXTRAORDINARIAS, AUNQUE NO ENTIENDO MUCHO DE LITERATURA.
UN ABRAZO,
JOSÉ ANTONIO.
POR CIERTO MIS E-MAIL ES medambso@ctv. es TE HE ENVIADO LA FOTO MÍA A TU E-MAIL angoci@telefonica.net SI NO LA RECIBES ME LO DICES.
JOSÉ ANTONIO LUCAS.
hola soy una Monroyega que vive en cataluya y no saves la ilusión que echo leer tu blog, soy mayor que tu tengo 69 años, hera casi vecina tuya vivia cerca se la posada , en la calle del huerto,nº1 antes calle de los muertos por que pasavan por alli para ir al cementerio,en el pueplo me llamaban mimi, aun que mi nombre es geronima cerro,mi maestra fue la señorita Paca y medio la comunión don Abilio, como veras tengo muchas faltas, no pude tener estudios me vine a cataluña a travajar, con 16 años, el 1956, por vacaciones, estado varias veces al pueblo, me case con un catalan y mis hijos son catalanes yo estoy muy integrada a qui son muchos años, pero la tierra no se olvida y yo cuando veo algo de extremadura tengo que leerlo todo me gusta mucho el ordenador y buscando cosas de monroy te encontre y he disfrutado mucho,leyendote, por que en muchas cosas me he visto identificada, me haria mucha ilusión, que me contestaras, un saludo muy cordial de una paisana, Geronima Cerro Caldera, la mimi
Hola Gerónima, a mi me ha hecho también mucha ilusión tus comentarios, uno cuenta estas cosas aquí para que las nuevas generaciones sepan lo diferente que eran las circunstacias y las formas de vida en el medio rural tan sólo hace cincuenta años, esas circunstacias hicieron que muchos tuvieramos que emigrar y salir. Dicho a la manera de Serrat nos fuimos siguiendo otras pisadas a buscarnos la vida lejos del encinar. Pero el encinar sigue ahí en nuestra memoria, recordamos las cosas buenas, el olvido se llevó la mitad: las cosas malas. Como verás a lo largo de lo que escribo soy muy de Serrat y no sólo yo, sino, tambien mi mujer y mis hijos.
Gracias por leerme, con comentarios como los tuyos me siento estimulado a seguir haciéndolo. Saludos cariñosos
hola Andres, vuelbo a ser yo Geronima, hoy he tenido una sorpresa, leyendo tu blog, he leido la poesia muchachos de mi pueblo, yo hace mucho que la tengo guardada, como un tesoro,nose decirte de donde la saque, de internet claro,mi sorpresa asido al saver que hera tuya,en el correo de hotmail tengo muchos amig@s y un dia se la mande a todos por e-mail yo presumia de mi pueblo, pero te dire un secreto , perdona no creo que te sepa mal, cambie lo de muchachos por muchachas por que me sentia muy identificada ,cuando dices ,yo tambien fuy una muchacha de este bonito pueblo, eso si respetando tu autoria y poniendo tu nombre, quien me hiva a decir que conocia a su autor, que grande y maravillosa es internet, Pitacha estava de lante de Carlos palenqui,verdad??soy una cuñada de carlos palenqui, hijo, y el año 1960 estuve bailando en tu sala de baile, por ultima vez.
lo que as escrito de los cuatro lugares, te falta uno que dice asi
Inojal, corral de cabras
Santiago, el de los cabritos
en Talaban buenos mozos
Mira MONROY que bonito ,
por hoy ya esta bien, diras que pesada, saludos y feliz fin de semana, Geronima Cerro
Hola Gerónima (con g como a ti te gusta escribirlo) la poesía Muchachos de mi pueblo fue la primera que escribí allá por el año 1991, me alegro que te haya gustado y que hayas cambiado muchachos por muchachas, pues lo mejor que le pueda pasar a la poesía es que la gente la sienta como suya y, como decía Alberti, sea de todos los hombre, y de todas las mujeres añado yo.
Creo que el dicho ese que mencionas de los Cuatro Lugares está en ese mismo escrito, a no ser que los duendes de Internet lo hayan borrado. aunque creo que no que todavía sigue ahí.
Efectivamente Carlos Palenqui era nuestro vecino de enfrente, lo recuerdo con mucho cariño, cuando todas las navidades cogía la zambomba y cantaba en nuestro bar aquello de : Ay Corrales Corrales como te paseas por los jarajales. Corrales escribió una carta al señor gobernador... Tengo un cuadro en mi casa del pueblo que lo enmarqué porque me recordaba a él con su sombrero y con su yesquero compuesto por un hierro y un rollo de pedernal con el que encendía la mecha.
A Carlos Palenqui hijo, le recuerdo cuando venía de vacaciones como a un mozo muy apuesto y que iba muy bien vestido.
Su nieto y sobrino Domi es un fiel seguidor de éste blog.
Gracias por seguir leyéndome y gracias a Internet de la que no canso de repetir que es algo mágico y maravilloso que hace que volvamos a nuestra infancia y nos encontremos más cercanos unos de otros.
Bona tarde
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