lunes, 27 de octubre de 2008

LA RONDALLA Y LA PRIMERA TELEVISIÓN EN MONROY


A pesar del desencuentro, nunca mejor dicho, pues el encuentro del fútbol nunca lo llegamos a jugar en las Erillas con sus porterías nuevas, siempre nos llevamos bien nuestro entusiasta coadjutor y un servidor, dando ejemplo de buenos cristianos, no me lo tuvo, no se lo tuve, en cuenta, hasta el punto de que llegué a formar parte de su núcleo de influencia, fui elegido en candidatura propuesta por él, en votación democrática y secreta presidente de una congregación de adoradores nocturnos, en versión para niños llamada Los Tarsicios.

Aunque ahora caigo, que a lo mejor Don Marcelo, si tuvo en cuenta este incidente, pues no recuerdo que volviese a organizar partidos de fútbol, quizás pensó que para ser entrenador tenía que escoger a unos, en detrimento de otros y esto generaría situaciones desagradables, como la protagonizada por mí, y prefirió no crearse problemas que afectaran a la cohesión entre nosotros.

Por las noches volvía de las clases de solfeo acompañado por José Luis, creo que se llamaba así, un chaval que vivía por detrás de la fábrica, era de una familia en la que todos eran muy altos, me parece que su padre era tío Largo, se debieron ir del pueblo por esas fechas y ya no les he vuelto a ver.

Cuando llegábamos a la altura del bar de la Lorenzana, el de Deme la de los churros, nos quedábamos en la puerta por fuera sin entrar, luego poco a poco, entrábamos disimuladamente, sin hacer ruido, tratando de pasar desapercibidos nos pegábamos a la puerta, desde allí contemplábamos extasiados la primera televisión que había llegado al pueblo, estaba en pruebas, se veía con mucha niebla, pero eso no quitaba para que los dos nos quedásemos embelesados viendo, lo que creo que era una serie sobre la guerra de los franceses en Argelia, quizás, fuese un documental, porque la televisión tampoco se oía bien, pero nos fascinaba lo que salía en la pantalla, nos parecía que era cosa de magia que a través del aire pudiesen llegar las imágenes, aunque fuesen en blanco y negro, hasta nuestro pueblo.

Esta televisión en pruebas se la llevaron, porque nunca llegó a verse bien, tuvimos que esperar casi dos años más, hasta que llegó la televisión definitivamente a Monroy, fue en 1962. Llegaron al mismo tiempo tres televisiones, a tres bares del pueblo, la de Tío Panta, la del Lobo y la nuestra. A mi hermano Miguel Ángel, que nació el 29 de abril de ese año, Teodori, la de tío Críspulo, decía que iba a mi casa a ver al niño de la televisión.

Llegó el momento de que los que quisieran formar parte de la tuna tenían que comprarse los instrumentos, me dijeron en casa que no había dinero para ello y que no podía ser, me llevé un disgusto tremendo, creo que entendía las dificultades económicas de mi casa y no protestaba, pero no podía reprimir la pena, me acostaba llorando y me levantaba llorando desconsoladamente.

A mi padre le gustaba jugar a la lotería, la compraba todos los años por navidad, contra reembolso, a la Hermandad de la Falla Virgen del Pilar de Valencia, incluso le nombraron por su fidelidad de años, Fallero de Honor y le regalaron una insignia de plata de esta hermandad, que a mí me gustaba lucir, sobre todo después de que la suerte quiso, que nos tocasen 500 pesetas, para mi madre estaba clarísimo que fue la Virgen del Pilar la que había mediado para que no me quedase sin bandurria, me compraron una que creo que costó 400 pesetas.

Esta bandurria la decoré con calcomanías que venían en los chicles Bazoka, como si de una premonición se tratara, en la parte frontal al lado derecho puse el escudo del Real Madrid y en el lado izquierdo el escudo de La Real Sociedad de San Sebastián, estas dos ciudades iban a tener bastante que ver en mi vida.

La convocatoria para formar la tuna fue todo un éxito, compramos instrumentos unos treinta, mi primo Vidal no necesitó comprar, pues tenia una mandolina, creo que heredada de su Tío Luis.

Don Marcelo en los ensayos, al principio, daba partituras para las canciones, pero como no todo el mundo había asistido a las clases de solfeo, optó por darnos las canciones con en nombre de las notas escritas directamente en un papel, lo imprimía mediante una especie de imprenta que él se fabricaba, creo que a base de glicerina o ¿era gelatina? Desde luego el aspecto encajaba más con la gelatina, lo cierto es que a mí se me antojaba que aquel producto podía ser peligroso, pues lo relacionaba con la dinamita, debía ser por aquello de la nitroglicerina, eso sí, las partituras sui generis tenían un precioso color azul.

La partitura de Clavelitos nos la pasaba así:

MI FA MI FA MI MI FA MI FA MI MI RE DO DO SI SI LA ....

La de Caminito:

RE FA LA LA LA LA, LA LA SI LA LA #DO SI LA SI LA.

Luego nosotros no las aprendíamos de memoria y a tocar, aunque algunos conseguían, caso de Fori, tocar las canciones que estaban de moda de oído, yo siempre fui un negado para ello, hasta tal punto que en el coro de la iglesia, desafinaba mucho y don Marcelo me insistía, agitando una y otra vez su mano derecha: la misma nota, la misma nota, pero como los extremeños no pronunciamos muy bien las eses que digamos, yo le entendía: “la mi manota”, “la mi manota”

Recuerdo que una vez fuimos a Talaván y tocamos en lo que a mí me pareció un teatro. Por Navidad íbamos casa por casa, cada día a una, tocando Villancicos, nos acompañaba un coro formado por chicas. Cada casa daba el correspondiente donativo que pasaba a lar arcas de la Iglesia.

En la tuna solamente había una chica, Nisi Galea. Cuando mejor me lo pasaba era cuando íbamos a dar la serenata a las novias de los chicos mayores, o a las chicas que pretendían fuesen sus novias, claro que esto generaba malentendidos, muchas veces la chica no sabía quien era el pretendiente y acudía a nosotros los pequeños para que les desvelásemos de quien había partido la idea de rondarlas.

Yo me hacía el interesante y les decía que era secreto, la verdad, es que muchas veces no se sabía muy bien de quien había partido la idea, podían ser varios los de la propuesta o bien por consenso, porque nos cogía de paso la casa de la chica.

Cuando insistían mucho, sí sabía el chico que a ellas les gustaba, les decía que había sido éste el que lo había pedido.

Claro que la cosa se complicaba cuando en una misma casa había varias hermanas en edad de merecer, a mí me encantaba este juego de las chicas interesándose por los chicos y viceversa, me parecía muy romántico.

Yo estaba enamorado de Esperanci, soñaba con la idea de ir a rondarla, pero solo lo soñaba, no me atrevía a pedírselo a los mayores, insinuaba a los que tenía con ellos más complicidades, que eran los más pequeños, a Fori, a Vidal, a Plaza, que podíamos proponer a los mayores ir de ronda a las chicas que viviesen por la carretera, empezando por arriba, desde la fábrica hacia abajo, por supuesto esto incluía a mis hermanas, pero, yo en quien pensaba realmente era en una de las hermanas Molineras.

Me gustaba imaginar que cuando sus hermanas Isabel, Loli o Lilia, preguntasen de quien había sido la idea, y para quien de ellas era la serenata, les diría que era secreto, pero que había uno, que estaba muy enamorado de una de ellas, nos les diría quien era el enamorado ni quien la pretendida, temía que se burlasen de mí, tenía solo doce años, pero eran unos año intensa, irremediable y perdidamente enamorados..

Cuando los chicos mayores empezaron a lucir cintas dedicadas por las chicas, capas nunca tuvimos, yo acariciaba la idea de que Esperanci me regalase una, gracias a mi hermana Paqui tuve una dedicada por ella, aunque siempre sospeché que la cinta me la regaló mi hermana y no Esperanci, entre otras cosas, porque Esperanci no sabía nada, pues lo mío era puro amor platónico, aunque me dio muy fuerte, hasta tal punto que cuando tía Matilde decidió irse a vivir a Cáceres en un piso que compró en la Calle García Plata de Osma, yo me sentí terriblemente triste y me despertaba todas las mañanas sin poder contener el llanto.

En nuestro repertorio teníamos, además de un montón de villancicos, las canciones propias de tuna: Carrascosa, Clavelitos, Noche de ronda, Sola se queda Fonseca, a mí me gustaban especialmentes, aunque, no fuesen propiamente canciones de tuna, Caminito y Alma Llanera; entre las canciones de ronda mis favoritas eran estas dos:

NOCHE CLARA


En esta noche clara de inquietos luceros

lo que yo te quiero te vengo a decir,

en tanto que la luna extiende en el cielo

su pálido velo de plata y marfil.



Y en mi corazón, siempre estás

y la reina de mi alma serás,

porque yo nací para ti

y la reina de mi alma eres tú.



En esta noche clara de inquietos luceros

lo que yo te quiero te vengo a decir.



Abre el balcón y el corazón

Siempre que pase la ronda,

piensa mi bien que yo también

siento una pena muy honda,

para que estés cerca de mí

te bajaré las estrellas

en esta noche tan bella

de toda mi vida será la mejor.






LAS CINTAS DE MI CAPA


Cual amantes van las olas a besar

Las arenas de la playa con fervor,

Así van los besos míos a buscar

De la playa de tus labios el calor.


Si del fondo de la mina es el metal,

Y del fondo de los mares el coral,

De lo más hondo del alma me brotó

El cariño mío que te tengo yo.


Enredándose en el viento

Van las cintas de mi capa,

Y cantando a coro dicen:

Quiéreme niña del alma.



Son las cintas de mi capa,

De mi capa estudiantil,

Y un repique de campanas,

Y un repique de campanas,

Cuando yo te rondo a ti.



No preguntes cuando yo te conocí,

Ni averigües las razones del querer,

Sólo sé que mis amores puse en ti,

El porqué no lo sabría responder.


Para mí no cuenta el tiempo ni razón

De por qué te quiero tanto corazón,

Con tu amor a todas horas viviré,

Sin tu amor cariño mío moriré.

1 comentario:

Martín Garrido Ramis dijo...

hay blogs que me alucinan,
el tuyo es uno de ellos.