miércoles, 8 de junio de 2011

EL ANGEL DEL CALZADO

La pasada semana cuando mi mujer se dirigía a llevar a reparar sus zapatos a la pequeña tienda del paseo Imperial, casi equina a Pirámides, vio que estaba echado el cierre y que había un papel de tamaño de un folio anunciando algo, pero como tenía prisa no llegó a cruzar la calle y no pudo leer lo que ponía.

Como sabe que suelo pasar en mis paseos diarios cerca de la tienda me pidió que lo leyese, y esto fue lo que ponía:

CERRADO POR

DEFUNCIÓN.

Uno albergaba la esperanza, a pesar de que sabía que Ángel estaba bastante enfermo, que la defunción no tenía por qué ser la de Ángel Sánchez, podía ser la de algún familiar.

Al volver a casa me encontré con mis amigos Javier Recas y su mujer Auri, y les comenté lo que ponía el anuncio, me confirmaron que el que había muerto era Ángel.

Llevamos viviendo casi veinte años en la calle Toledo, cuando vinimos a vivir y vimos la tiendecita con su rótulo EL Angel del Calzado, nos resultaba un poco retórico y ampuloso este nombre.

Luego pudimos comprobar que Ángel haciendo honor a su nombre, era verdaderamente y con mayúsculas un ÁNGEL DEL CALZADO.

Cuando le llevabas los zapatos te decía indefectiblemente: Mañana por la tarde puedes pasar a recogerlos. Cualquier reparación, por complicada que pareciese, estaba para el día siguiente y lo que es mejor, los zapatos quedaban perfectamente reparados y limpios y a unos precios verderamente económicos.

Ángel era del Atlético de Madrid y como sabía que mi hijo Javier escribía sobre el Atlético me decía: Dile a tu hijo que les dé caña a estos dirigentes a ver si se van de una vez por todas y el club pase a ser de los socios-abonados.

Descansa en paz amigo Ángel Sánchez, amable, cumplidor y profesional como la copa de un pino, un verdadero espíritu puro con cuerpo, un gran ser humano.


P. D.

Por mi hermana me entero que también ha muerto en Monroy, Fermina.

Fermina estuvo ayudando a mi madre en las tareas de la casa algunos años.

Recuerdo cuando estaba impaciente por la llegada del que entonces era su novio, creo que estaba haciendo la mili. Yo le gasté la broma de que no había llegado ninguno con cara de novio cuando me preguntó por él, previamente ella me había pedido que fuese a ver si llegaba en el coche de linea. Al ver la cara de desilusión que puso no pude por menos que decirle que no sé si su novio había llegado, pero que si habia venido uno que vivía en la calle Santos y que le llamaban Serena.

Fermina siempre estaba sonriente y de buen humor, era tambien una persona necesaria, de esas que te hacen la vida más agradable cuando estás a su lado. Descanse en paz. Desde aquí quiero enviar mi más sentido pésame a su marido Serena y a su hijos.

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